EDWARD PIÑÓN
El "Chacho" Coudet bautizó a la jugada que patentó el "Cabezón" como "La Boba", quizás por lo bobos que quedaban los rivales ante el juego de la mosqueta que hacía con su zurda Andrés D`Alessandro.
Pero el calificativo no puede caer sobre la acción en sí, porque no tiene nada de bobo demostrar la exuberante habilidad en el control del balón, para que la pelota aparezca en frente del adversario, vaya de un lado al otro, vuelva a quedar enfrente suyo y termine quedando por el camino porque el jugador creativo se fue por otro lado.
Con esa acción, D`Alessandro empezó a mostrarse en el fútbol argentino y su nombre tomó tanta fuerza que a los alemanes les interesó tener algo de magia en sus canchas. Y del Wolfsburgo saltó al Portsmouth de Inglaterra, donde jugó menos y por eso se fue al Zaragoza de España.
Pero tanto trajinar, tanto ir y venir por las canchas europeas le generó unos deseos enormes de pegar la vuelta. No fue a River, si no a San Lorenzo de Almagro. Una temporada y chau pinela. Otra vez al exterior. Nada menos que al Inter de Brasil.
Ahí volvió con todo. Con el esplendor de su gambeta endiablada, con la seguridad de su pase preciso, su remate furibundo.
Ese "Cabezón" fue similar al que levantó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atenas. Al que inventó la jugada. Al que se ganó cientos de elogios. Ese es el Rey.