Desde el afianzamiento del Grupo Casal en el ámbito del fútbol uruguayo, los campeonatos locales pareces jugarse con un cuadro más que el total que interviene oficialmente en Primera División en cada temporada: es el que, teniendo muchísimo más que 11 jugadores, nuclea a todos aquellos futbolistas que representa "Paco". Lo que no ha sido un tema menor, sino todo lo contrario, porque es absolutamente objetiva la definición que sugiere que el club —fundamentalmente uno de los dos grandes— que maneje más fluídamente la relación con el Grupo Casal, es el que podrá reforzarse más convenientemente y ser candidato de fierro a ser el mejor de cada temporada.
Esto último, entonces, ha hecho que ese vínculo de Peñarol y Nacional con Casal y aquellos empresarios que pertencen al rinón de "Paco" haya tenido múltiples altibajos, hasta llegar a los días actuales en que, teniendo en cuenta el escaso contacto personal que ha existido en los últimos tiempos entre Casal y el Cr. José Pedro Damiani y el Ec. Eduardo Ache, pudiera suponerse que existe la posibilidad de que se formalice una especie de "guerra" entre la artificialidad de un frente común formado por los grandes y los intereses del empresario.
Es que al Grupo Casal no le gustó que Nacional transfiriera "por las suyas" a Munúa, en una operación en la que, además, medió otro empresario: Luis Malvárez; y también lo es que un allegado al grupo empresarial, como Daniel Fonseca, pese a que el ex jugador tricolor desarrolla su actividad "por cuerda separada", propuso la nominación de otro técnico cuando en la sede de la Avda. 8 de Octubre se resolvió la incorporación de Ostolaza, por entonces también representado por Malvárez. Y ni qué decir cuanto representan los disensos que ha tenido el Cr. Damiani, tanto en materia de primas y pasantías de jugadores pertenecientes al grupo de "Paco", como de estimaciones de deudas que el Grupo Casal reconoce, pero en sentido contrario.
Sin embargo, la realidad parece indicar que se trata de una "guerra fría", como aquella que dominó las relaciones del mundo desde mediados del siglo pasado hasta la caída del Muro de Berlín, en tiempos de espías y contraespionajes, y sobre todo de tensiones dialécticas y en el ámbito diplomático, pero que nunca llegaron al estallido de las armas.
¿Ocurrirá algo por el estilo, al fin y al cabo, en los tiempos actuales, donde emisarios del gobierno de la calle Magallanes a veces se reúnen con represantantes del Grupo Casal sin que se entere el presidente aurinegro, o a sabiendas y también a regañadientes del Cr. Damiani, y donde hasta algún gobernante del Poder Ejecutivo de la Avda. 8 de Octubre da un abrupto paso al costado, pero para intentar firmar una especie de armisticio con el mismísimo "Paco?"
Lo mejor para despejar las interrogantes es, quizá, hurgar en el mapa político actual de cada uno de los dos grandes.
PEÑAROL. "Son once años de tormentas", se lamentó uno de los integrantes del Grupo Casal cuando se enteró que el Cr. José Pedro Damiani le había bajado el pulgar a la oferta de cinco millones y medio de dólares por los pases de Carlos Bueno, Cristian Rodríguez y Joe Emerson Bizera.
La expresión no fue caprichosa. Resumió los acontecimientos —por no decir los enfrentamientos— que hubo entre el grupo empresarial y Damiani en la última década.
En realidad, desde 1993 a este 2004, mucha agua corrió bajo el puente.
Hubo idas y vueltas. Marchas y contramarchas pero, en su gran mayoría, Peñarol siempre acordó operaciones —incorporaciones o transferencias— con el Grupo Casal.
El comienzo del distanciamiento fue el famoso tema del "paquete" que incluía a Alvaro Recoba, Jorge Puglia, Néstor Correa y Ricardo Bitancort. Damiani había designado a Jorge Lepra y el Dr. Julio Luis Sanguinetti para que negociaran con el empresario. Se llegó a un principio de acuerdo que después el titular aurinegro rechazó. No solo dividió a su directiva sino que "se enemistó" con Casal. Los futbolistas, terminaron jugando en Nacional.
Antes, desde 1993 hasta 1996, habían llegado jugadores de primer nivel a Peñarol. El Grupo los adquiría a los equipos en desarrollo y después los colocaba —sin cargo— en los aurinegros. Así fue como llegaron Pablo Bengoechea, Diego Dorta, Darío Silva, Marcelo Otero, Luis Romero, Marcelo Zalayeta, Walter Pandiani, José Franco, Carlos Aguilera, Marcelo Romero, Adrián Berbia y Guillermo Giacomazzi, entre otros. Y todos tuvieron un denominador común: fueron campeones con Peñarol.
Es lo que hoy reclaman algunos integrantes del Grupo Casal. "Que Damiani haga memoria y se acuerde cómo estaba Peñarol en el ’93: sin plata y sin jugadores. "Paco" le armó un plantel que terminó ganando cinco años seguido el Uruguayo".
La otra gran pulseada que terminó por distanciar un poco más el relacionamiente entre las partes fue la negativa de otro "paquete", el que integraban Alejandro Lembo, Adrián Berbia, Guillermo Giacomazzi, Leonel Pilipauskas y Diego Alonso. Damiani no los aceptó y no atendió el teléfono ni habilitó el fax de la sede para anotar a Lembo en Peñarol. El zaguero terminó siendo ídolo, capitán y campeón uruguayo con Nacional.
De todas formas, y pese a la falta de diálogo, Peñarol siempre aceptó jugadores del Grupo. Este año volvió a repetirse la historia: llegaron —sin cargo— Diego Pérez, Carlos Diogo y Daniel Hernández.
El tema de los pases, parece tener una vuelta de tuerca pero en la interna aurinegra temen que "a Casal se le agote la paciencia". Los directivos que están a favor de la operación, mañana, en la reunión del Consejo Directivo, van a pedir que se vote. Van a solicitarle a Damiani que explique ¿qué se le pidió a Casal? ¿Cuál fue la contestación del Grupo? y ¿cuál es la oferta de México?
La posición de Damiani volvió a dividir a la directiva y en los últimos días hubo durísimas declaraciones desde las dos fracciones que la integran —Lista 10 y Lista 4—. Hasta se habló de llamar a elecciones anticipadas, de posibles alejamientos, de pedidos de licencias y de crisis económica "como jamás antes había vivido el club".
NACIONAL. En la noche del pasado lunes 10 de mayo, después de la sesión de la directiva en la que se ratificó que el vicepresidente de Nacional, Víctor Della Valle, se iba de licencia por 45 días, un asistente a la mencionada reunión admitió a El País que "vamos a buscar un grupo inversor o un contratista para reforzar el equipo a mitad de año".
Segundos más tarde, el propio Della Valle consignó que sus pares tricolores le habían encomendado algunas tareas específicas, una de ellas, precisamente, estrechamente ligada con la necesidad impostergable del equipo de mejorar su producción futbolística.
Para conseguir tal objetivo, Della Valle fue designado para llevar adelante una gestión personal ante el contratista Francisco Casal, quien supuestamente se distanció de los tricolores como consecuencia de la negociación que el presidente Eduardo Ache, con la intervención del empresario Luis Malvárez, llevó adelante con Deportivo La Coruña para transferir a Gustavo Munúa.
Paralelamente, y en clara demostración de coherencia con las reiteradas manifestaciones públicas de que "en Nacional no se le cierra las puertas a ningún empresario", otros directivos iniciaron contactos para lograr que el club reciba lo que precisa: dinero o futbolistas de mayor técnica.
En tal sentido, según lo indicaron varias fuentes, se golpeará las puertas de Juan Figer, el empresario que ubicó a Nacional en la millonaria Copa de la Paz, que se disputó el año pasado en Corea del Sur, con el objetivo de obtener algún partido internacional o una gira que reditúe económicamente.
La tarea no es sencilla, y la situación es bastante compleja. A tal punto que el delegado Alejandro Balbi planteó en la última sesión de la directiva que se haga un sinceramiento económico con la hinchada y que se siga compitiendo con los futbolistas juveniles del club. De esa forma, se procurará alcanzar un doble beneficio: reducir ostensiblemente el presupuesto y darle proyección a los valores de la institución.
Aunque la iniciativa encontró varios adeptos, hay quienes sostienen que deben extremarse los esfuerzos por lograr que el equipo sea más competitivo, pero sin que ello signifique incrementar los egresos mensuales, como así tampoco hipotecar la independencia de la institución.
Por ejemplo, se considera vital el hecho de seguir adelante una política conjunta con Peñarol en defensa de sus intereses en la Asociación Uruguaya de Fútbol. Cabe recordar que tricolores y aurinegros ya plantearon a la AUF que se haga efectivo el pago de lo prometido por la empresa Tenfield por los derechos de televisación, así como los saldos de años anteriores de la Copa Toyota Libertadores.