Amedida que se va acercando la instancia del 7 de diciembre, en la que se dirimirá el destino de la ley de Ancap, los enemigos de la norma legal sancionada van enrareciendo el clima.
El presidente del Directorio del Partido Nacional, Dr. Luis Alberto Lacalle, encontró en Tacuarembó volantes de propaganda que son otro intento de engaño, manejado por partidarios del "Sí" a la derogación de la ley.
Dichos volantes, dicen que es gracias a los aportes de Ancap a Rentas Generales que los jubilados y pensionistas perciben mensualmente sus pasividades. Y agregan que si Ancap "se asocia con un capitalista extranjero, ese aporte puede desaparecer".
Dijeron que Ancap se vendía. Luego dijeron que no se vendía. Y así siguió la cosa hasta llegar a este extremo del cual nos ocupamos ahora.
Es muy interesante cómo reaccionan ante la falsedad denunciada por el Dr. Lacalle. El senador José Korzeniak, vio pasacalles colocados por el frenteamplista Partido por la Seguridad Social (que integra el Espacio 90 junto al Partido Socialista). Es decir, que no tuvo que basarse sobre las palabras de Lacalle solamente, sino que fue testigo del infundio. ¿Y qué dijo Korzeniak? Sencillamente lo que sigue: "Si alguien hace un volante con esas afirmaciones —que no entiendo cómo pudieron hacerse—, considero que es parte del folklore político uruguayo nada más".
¿Nada más, doctor Korzeniak? ¿Folklore dijo? Es bastante más que eso. Es un infundio grosero, que se agrega a una larga lista que da la impresión que forma parte de un estilo harto lamentable, pues subestima la inteligencia de los uruguayos, pues pretende confundir, enmarañar el tópico con el fin de pescar a río revuelto.
Esto es una técnica. No un mero exabrupto. Coloca a los partidarios del "No" en una posición defensiva. Los obliga a explicar, en lugar de poder acometer el tema con razones que enfrenten a razones.
Mientras se agitan estos fantasmas, mientras el secretario general de la Coordinadora de Asociaciones de Jubilados y Pensionistas echa leña a la hoguera sosteniendo que sí, que las pasividades peligran y que los pasivos pueden llegar a cobrar en bonos en lugar de dinero si la ley se aprueba, se va esquivando el centro de la cuestión.
Porque en ese centro está el hecho de que la ley de Ancap es una operación de salvataje. El peligro de que Ancap desaparezca es real, pero es real si la ley no se mantiene vigente. Rebatir esto con argumentos inexistentes es difícil. Es por ello que fluyen mentiras. Es por ello que son repetidas una y mil veces, son luego retiradas de la escena, vueltas a colocar en el debate y posteriormente, a lo sumo, encarpetadas como folklóricas, con un mero encogerse de hombros. Es toda una estrategia que, afortunadamente, va quedando en evidencia muy a tiempo.