"Yo me mato de risa..."

AMERICA Latina va desnudando gradualmente su cruda realidad ante los ojos de quienes la conocen porque la estudiaron y saben compararla en su inserción actual en el panorama global, con el resto del Universo. Uno de estos especialistas en el análisis político, económico y social del Continente es el periodista argentino Andrés Oppenheimer, simpatizante de izquierda que emigró a Estados Unidos en 1976 cuando el golpe de Videla, quien acaba de escribir un libro titulado "Cuentos Chinos" presentado recientemente en Punta del Este, siendo luego entrevistado por Claudio Paolillo.

Reconforta, cuando el escepticismo se ha generalizado, una visión lúcida de la realidad y de las perspectivas de futuro que afirma que América Latina genera más esperanzas que antes. Oppenheimer explica que aunque Chávez, Castro, Maradona, Evo Morales y Humala se lleven los titulares, ello se debe a que son más ruidosos, y que la verdadera historia de lo que pasa y pasará en el Continente se está escribiendo en Chile, en Brasil y "quizá, en Uruguay". No hay una alusión concreta del porqué nuestras posibilidades serían hipotéticas. Podríamos pensar en que el gobierno actual todavía no ha logrado un perfil homogéneo.

NO lo dice Oppenheimer, pero puede pensarse con fundamento que sabe que aquí existe un gobierno, no de partido, porque a estar a expresas definiciones de sus actores más mediáticos —en el caso el Canciller Gargano— el Frente Amplio no es un partido político sino "un frente". Y en ese gobierno hay sectores que han comprendido claramente que la salida del país está por la vía de la captación de capitales —el equipo económico en pleno, los socialistas menos vetustos entre los cuales el propio Presidente de la República y los líderes históricos del MPP, Mujica el más coherente y Fernández Huidobro (éste con graves y continuas vaguedades y contradicciones—) en tanto que otros hacen todo lo posible para espantar al capital.

El socialismo jurásico, el comunismo en pleno, la mayoría de adherentes al MPP, los ultrarradicales. Por eso seguramente lo del "quizá Uruguay", porque lo bueno que hace el equipo económico al darle estabilidad a las políticas de los gobiernos anteriores, no se puede asegurar que continúe, ya que levanta resistencias entre sus propios aliados electorales, aunque de correligionarios no tienen nada. En síntesis, Oppenheimer tiene razón en considerar como positivo que se insinúe, al menos, que América Latina rompe con una tradición perversa que llevaba a que cada gobierno que accedía, intentara reinventar el país.

LA izquierda chilena, moderna, globalizada, inteligente, hace tiempo que conoce su camino y no se aparta de él, sea quien sea el presidente. Lula, viejo marxista de la línea dura, llegó al gobierno y también le dio continuidad a la línea de Fernando Henrique Cardoso. Es cierto que "hay que vivir campañas de izquierda", en las que los políticos, para ganar tienen que "melonear" al pueblo, contarle tonterías, mentirle, para hacer después exactamente lo contrario, denuncia Oppenheimer.

Todos sabemos que Uruguay es un ejemplo más que elocuente para confirmar la verdad de estos procedimientos políticamente hipócritas. Ese es un vicio que se va superando en el resto del mundo. En resumen, por ahora, la esperanza radica en que los titulares que acaparan Chávez y Morales sean eso solamente, titulares. Oppenheimer menciona como "cuento chino" más grande de la Historia de la Humanidad, el que se hace América Latina al convencerse de que la pobreza aumenta en el mundo, cuando sucede exactamente lo contrario. Se ha reducido del 41% al 20% por el crecimiento de la economía en China —que desarrolla una formidable revolución capitalista— en India y en todo el mundo, menos en este Continente, porque no hay un solo ejemplo de países que reduzcan la pobreza ahuyentando inversiones; nuestro vicio principal. A Oppenheimer le causó gracia que Morales visitara China y exaltara a Mao.

Yo me mato de risa, comentó, porque cuando estuvo dos semanas recorriendo China vio una sola foto de Mao en Tiananmen. Los propios funcionarios chinos dicen que Mao tuvo cosas buenas y de las otras. Lo que sucede es que hay intereses creados para no cambiar el "statu quo" y seguir mintiéndole a la gente. Pero su optimismo estriba en lo contundente de la evidencia que el mundo va para otro lado. Hay países en riesgo. Bolivia puede convertirse en un "estado fallido" en donde la mitad del país, Santa Cruz y Tarija, provoquen una escisión. Argentina posiblemente transita hacia un país autoritario, al estilo de Méjico con el gobierno del PRI.

Cuando los venezolanos aprendan la gravedad del error de entregarle el gobierno a un irresponsable, será el momento en que caiga Chávez, no antes ni por otro procedimiento que no sea el de la voluntad popular expresada en las urnas. Entretanto, los Estados democráticos tienen que responder a la política intervencionista de Chávez en la región, y en ese aspecto, agregamos nosotros, el gobierno uruguayo está haciendo las cosas al revés.

Finalmente Castro, cuya revolución murió en 1989 con la URSS y perdió en ese momento la oportunidad de llamar a elecciones, para en vez de eso fusilar a sus más leales generales, no vivirá demasiado. Y si bien avizora Oppenheimer que por un tiempo el dinero venezolano —que en vez de volcarse en un país hambreado que lo reclama a gritos, se va a cualquier otro lado— podrá apuntalar a Cuba muerto Fidel, lo cierto es que Cuba terminará siendo un país capitalista y Fidel quedará en la historia como quien entregó el país a Estados Unidos.

Nadie tiene la verdad absoluta, pero pocos tienen las ideas tan claras...

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