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Valenti, el vengador

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Editorial

Son denuncias gravísimas que no las hace un opositor: las expresan quienes fueron los principales asesores de la comunicación “progresista” de los últimos treinta años.

Esteban Valenti no es un frentista arrepentido más. Pertenecía al cerno de los "comunistas renovadores" que en los años 80 desafiaron el liderazgo histórico de Rodney Arismendi, heredado de facto por su hija Marina. Una vez que cayó el muro de Berlín, fungió entre los rebeldes que abandonaron el PC y rodearon a Danilo Astori en torno al proyecto Asamblea Uruguay. Desde esa posición, este periodista y publicista exitoso y verborrágico tuvo un gran poder de influencia sobre el actual ministro de Economía e incluso sobre Tabaré Vázquez.

De su trayectoria como publicista son especialmente recordadas su campaña "Anímate" de Democracia Avanzada (el sector que encubría al aún proscrito Partido Comunista en 1984), muy rupturista para la época, así como la del "Profesor Paradójico" de 1989, que incidió indudablemente en el triunfo montevideano del Frente Amplio. Detrás de esas ingeniosas campañas estaba el talento creativo de Horacio Buscaglia, un inquieto hombre de la cultura que aportó en forma notoria al crecimiento electoral de la izquierda en aquellos años.

El indudable poder de influencia de Valenti y su esposa Selva Andreoli, en los gobiernos del llamado "progresismo", se desmoronó como un castillo de naipes cuando ambos hicieron pública su discrepancia con el manejo de Ancap y la gestión de Raúl Sendic. Es famosa la autocrítica que hizo Valenti en su columna de Uypress, pidiendo "perdón por poner al frente de las empresas públicas gente sin ninguna credencial o experiencia en administrar un kiosco, simplemente porque son nuestros".

Significativamente, cuando en la última elección de presidente del FA, él tuitea su apoyo a Javier Miranda, casi al instante, el beneficiado deslinda todo vínculo con su promotor, respondiendo públicamente que "no lo representa". Por su parte, Astori, en ese insólito equilibrio que siempre hace con el mujiquismo, claramente le soltó la mano.

El resultado es que ahora Valenti anuncia su salida del FA y, con la locuacidad que lo caracteriza, no calla nada. El 12 de setiembre sorprendió a todos cuando declaró en el programa Desayunos informales de Canal 12 que el Frente no echa de sus filas al exvice-presidente porque sabe demasiado: "un partido que tiene el poder, ¿por qué no se saca de arriba a dos personajes que están absolutamente incinerados ante la opinión pública, como De León y Sendic? Muy simple: porque Sendic sabe todo de los negocios con Venezuela, ¿está claro? (…) Porque sabe demasiado".

Ayer mismo, en el programa Para empezar el día, de radio Oriental, su esposa Andreoli redobló la apuesta, haciendo la imputación concreta de que los negocios de la dictadura de Maduro con Aire Fresco continúan aún hoy.

Son denuncias gravísimas que no las hace un opositor: las expresan quienes fueron los principales asesores de la comunicación "progresista" de los últimos treinta años.

Parece obvio que el gobierno y el Frente Amplio tendrían que responder en forma contundente a estas acusaciones. Su silencio es revelador.

En su lugar, ya aparecen los ejércitos de trolls, dedicándose a desacreditar en Twitter a los acusadores, la nueva y oprobiosa técnica de debate público que lamentablemente nos espera en la próxima campaña. Una campaña donde tendrá menos peso el dar la cara y oponer argumentos con respeto y franqueza, y mucho más la estrategia de esparcir calumnias rastreras e insultos cobardes desde el anonimato.

Las revelaciones de Valenti, el nuevo vengador de la vieja izquierda, dejan muy mal parado al ministro Astori, que debe lidiar de un lado con el botijeo del mujiquismo y del otro con la defensa imposible de una gestión agujereada de irregularidades y posibles corruptelas. Es su karma, que el propio Valenti definió mejor que nadie en la entrevista que concedió a El País el sábado pasado: "el primer desacierto de Astori es que en algún momento tendría que haber pegado un portazo. Eso también es culpa mía porque me tragué la pastilla de que, si pegaba un portazo, la economía quedaba en manos de gente extremadamente peligrosa para el país. Pero también la política en algún momento exige ser más audaz. Con lo de Ancap nos tendríamos que haber ido, el Frente Líber Seregni se tendría que haber ido".

Lo que no dijo Valenti es que el portazo lo pegará el año que viene la ciudadanía en la cara del Frente Amplio, harta de tanto manejo discrecional del poder y tanto equilibrismo para mantenerlo a toda costa, así haya que deshacerse de la ética, esa mochila que a algunos resulta tan pesada.

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