Una etapa corta, intensa, decisiva

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Para ganar la segunda vuelta se necesitará todo el empuje, la fuerza y la garra que desplegó Álvaro Delgado al hablar el domingo de noche en la Plaza Varela. Y habrá que poner más también.

Con el respaldo de toda la Coalición Republicana, Delgado se mostró como un verdadero presidenciable esa noche. Pero para llegar, necesitará cada voto que sea posible. Buscarlos puerta por puerta, barrio por barrio, pueblo por pueblo.

El resultado electoral dejó una extraña sensación. Por un lado, la percepción de que el Frente Amplio tendría más votos que los de la Coalición quedó descartada en el minuto mismo en que las diferentes encuestadoras dieron a conocer sus primeras proyecciones. Los datos se sostuvieron a la largo de la noche.

De todas formas el panorama no es fácil para nadie. La Coalición no tendría mayoría en el Senado y el Frente Amplio no la tendría en la Cámara de Diputados, donde la Coalición sería el sector con más bancas, pero no con la mayoría al haber dos que irán para Salle.

Es en este contexto que la Coalición deberá llevar adelante la campaña que le permita ganar el 24 de noviembre. Tendrá éxito si no baja la guardia, si se mantiene unida, si despliega todos los días la misma energía que mostró la noche del domingo. Se terminó esto de que quizás Delgado no tenga el carisma necesario. Demostró que puede ser un muy buen presidente y que seguirá trabajando del mismo modo que lo hizo cuando estuvo en el gobierno, cerrando lo que quedó incompleto, avanzando en lo se viene haciendo bien, y proponiendo nuevas ideas.

Se terminó esto de que designar a Ripoll como compañera de fórmula fue un error. Demostró ser una política de fuste, de templanza y arrojo. Y sin duda, tiene mucho más presencia y confiabilidad que la candidata a vicepresidenta del adversario.

Por lo tanto, esa discusión ya está saldada y quien intente revivirla es porque está operando a favor de un triunfo frentista.

El Frente Amplio se mostró apocado en la noche del domingo, pero eso no quiere decir que no pueda superar el mal momento (generado porque tenía expectativas desmedidas) e imponerse en la segunda vuelta. Nadie tiene ganado este partido.

Lo que sí es seguro es que el Frente va a reaccionar ante el desafío y comenzará con la llamada “remon- tada”, esa masiva tarea por fuera de lo que hagan sus candidatos, en que los militantes de los partidos políticos y de las organizaciones sociales afines, van puerta por puerta usando el voz a voz, para convencer y también atemorizar. Pasarán una imaginaria lista de todo lo que se puede perder si gana “la derecha”.

Este último argumento no tendrá la fuerza que tuvo en 2019 porque la “derecha” ya gobernó, mostró profunda sensibilidad social, especialmente en tiempos de la pandemia y por lo tanto, asustar no tiene sentido.

La Coalición entonces estará obligada a neutralizar el efecto de una remontada frentista, armando la suya propia, en su estilo por cierto, pero sin descuidar ningún flanco.

Fue bueno que la Coalición y en especial Delgado, desplegaran todo su entusiasmo el domingo porque eso los pone en carrera desde el primer día. Pero acá no se puede dar nada por sentado, no se puede confiar en que será fácil, nadie puede descansarse.

Ninguno de los dos plebiscitos ganó. Quizás el énfasis puesto en impedir que el Pit-Cnt se saliera con la suya, llevó a que se descuidara el de los allanamientos nocturnos. No hubo una campaña definida en defensa de este segundo plebiscito y los números son el resultado de esa frialdad en el manejo del tema. Hubo antes otro intento sin suerte, de reformar lo del allanamiento nocturno por iniciativa de Jorge Larrañaga.

Por lo tanto es hora de que esto de eliminar las Afap o de modificar lo del allanamiento, deje de ser tema de discusión. Son pocos los que quieren eliminar las Afap y también pocos los que les preocupa lo de allanar de noche.

El domingo, mientras aceptaba con resignación que sus expectativas no se habían cumplido (pese a que votó mejor), Pablo Mieres sí celebró que el plebiscito de la Seguridad Social había fracasado. Tenía motivos para ello: fue el más contundente predicador contra esa iniciativa, en un ambiente donde muy pocos (de los que como él, se oponían) estaban dispuestos a jugarse por ese tema. Empieza ahora otra etapa, corta, intensa y por lo tanto una en que nadie puede estar distraído, donde cada día y cada minuto valen. No será fácil para Delgado, pero sí puede decirse que es posible. Ese es un valioso punto de partida.

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