Se cumple un año del contundente triunfo de Orsi en el balotaje: recibió 1.212.833 apoyos, que fueron 141.007 votos más que los que había recibido el Frente Amplio (FA) en la primera vuelta, y que dejaron perplejos a muchos dirigentes de los partidos de la Coalición Republicana (CR) que hasta ahora, y visto el signo general de su administración, no terminan de entender bien qué ocurrió electoralmente en la primavera pasada.
Hay una extendida sensación en mucha gente que cree que la CR perdió una oportunidad de oro para seguir avanzando en reformas claves para el país. En vez de congelar como hoy la evolución de la seguridad social en función de un diálogo que tomará muchos meses más todavía, ya habríamos dado vuelta esa página reformista que, además, contó con el apoyo popular en octubre de 2024. En vez de congelar la buena evolución que veníamos teniendo en políticas de seguridad, habríamos continuado por una senda que razonablemente podía llevarnos a sufrir menos de 10.000 rapiñas por año en 2030. Y los ejemplos podrían sumar otros rubros, como por caso el de la política exterior: en vez de congelar la apertura comercial a los países del Pacífico con el Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico, se cambió de rumbo para privilegiar una mustia CELAC regional y para hacer seguidísimo de lo fijado por Brasilia.
La clave es que los partidos que conforman la CR aprendan de lo que ocurrió en la primavera pasada. ¿Por qué en el balotaje el candidato Delgado conservó prácticamente todos los votos oficialistas recibidos en la primera vuelta en Montevideo y Canelones, pero perdió fuertes apoyos potenciales en el Interior? ¿Cómo es posible que en departamentos en los que en las municipales de mayo de 2025 el espacio de la CR triunfó con holgura, como por ejemplo Paysandú y Salto, en el balotaje haya triunfado Orsi? Allí hay lecturas departamentales que deben ser atendidas, sin duda. Pero también hay una reflexión diferente que refiere al convencimiento ciudadano que decía que, ganara quien ganara, no habrían de ocurrir grandes cambios en el rumbo del país.
La derrota del balotaje para el campo de la CR se apoyó mucho en esta sensación que podríamos llamar, como lo sugiere nuestro columnista Ignacio de Posadas, “el consenso de la penillanura”. Se trata de una idea muy difundida que cree que no importa mucho quién está al mando en el poder, porque de todas maneras hay grandes acuerdos nacionales que no van a ser puestos en tela de juicio. En definitiva, ganara Orsi o ganara Delgado, el rumbo general habría de mantenerse incólume. Por lo tanto, para muchos votantes de los partidos de la CR en primera vuelta el apoyo a Orsi en el balotaje no generaba ninguna dificultad o contradicción política.
Estos meses de administración frenteamplista han dejado en claro que esa sensación de consenso es en realidad bastante equivocada. No solamente en política de seguridad social, seguridad ciudadana o alineamiento exterior, sino en cuestiones más institucionales que hacen a la salud de la República: desde el fallo politizado de la Jutep por el caso Danza, hasta la manera en la que se pretende romper un vínculo contractual por la construcción de patrullas oceánicas, pasando por quién desde presidencia lleva adelante una investigación administrativa clave en el ministerio de relaciones exteriores, o quiénes y por qué cuentan con la confianza del Ejecutivo (y son votados por la mayoría frenteamplista en el Senado) para ser embajadoras, las diferencias entre la administración Orsi y un gobierno de CR existen. Y no son baladí.
La clave está entonces en asumir que no se puede ir a la competencia electoral con un esquema comunicacional y con alianzas políticas endebles. En efecto, en estos meses de autocríticas y análisis varios en el campo de la CR, ha quedado claro que por un lado hubo demasiados errores proselitistas y que, por el otro lado, la izquierda tuvo un manejo muy profesional de su comunicación en campaña. Además, hay otra verdad de a puño: hace más de 25 años que el FA no baja del 39% de apoyos en octubre. Se trata de una fuerza electoral, pero también de un bastión cultural y ciudadano que, entre otras cosas, se sigue reproduciendo con gran éxito entre las nuevas generaciones.
Son muchas razones las que explican el resultado del balotaje. Pensando en el próximo ciclo electoral, es buena cosa que los partidos de la CR aprendan de sus errores: al país le está costando muy caro este gobierno de Orsi sin ambiciones y con demasiados baches republicanos.