La aprobación del presupuesto en Diputados deja muchos elementos para comentar, pero uno sobresale con claridad: un cambio tectónico en la política nacional, la sumisión absoluta de Cabildo Abierto ante el Frente Amplio.
Tras los resultados de octubre y noviembre de 2024, cuando se confirmó el triunfo de Yamandú Orsi sin mayoría parlamentaria, muchos se preguntaron cómo haría el FA para gobernar sin ella. Se trataba de una fuerza política acostumbrada a 15 años de mayorías propias, que gobernó despreciando a la oposición y solo fingía diálogo cuando necesitaba repartir culpas por sus fracasos más notorios -como la inseguridad-. En todo lo demás, actuaba como una maquinaria disciplinada: negociaba hacia adentro y luego aplicaba su mayoría en el Parlamento como una aplanadora.
Con 48 diputados, el Frente Amplio necesitaba solo dos más para aprobar su presupuesto. La matemática sugería que los dos votos de CA alcanzarían, pero nadie imaginó que esa alianza se daría de forma tan descarada, tan abrupta y sin razón política visible. Cabildo, con el diputado Perrone como vocero principal, acompañó sin titubeos todos los puntos más polémicos del proyecto: entre otras cosas la creación de tres nuevos impuestos y la eliminación de la regla fiscal -esa misma que había votado y defendido hace apenas cuatro años- y otras medidas emblemáticas del Frente Amplio.
Algunos lectores podrían preguntarse qué tiene de malo que CA negocie con el gobierno. En principio, nada. El problema está en lo que se esconde detrás de esta política de acuerdos.
El primer problema es la burla al mandato político de un partido que se define conservador. ¿Cómo pueden sentirse los votantes del general Manini Ríos, en su mayoría identificados como “de derecha”, al ver que sus votos se usan para respaldar sin crítica al Frente Amplio? Perrone y Pérez Bonavita han sido el salvavidas del FA en la interpelación a Ortuño, en la comisión investigadora por la compra de la estancia y ahora en el presupuesto. Estos dos diputados votaron eliminar la regla fiscal que ellos habían votado y defendido en el plebiscito de la LUC hace muy pocos años. Después nos preguntamos por qué la gente desconfía de los partidos y los políticos: difícil que sea de otra forma cuando el partido “más de derecha” del sistema pasa rápidamente a ser la muleta parlamentaria del FA en menos de un año, y sin siquiera pestañear.
El segundo problema es la ausencia total de razones claras. ¿Por qué los legisladores de CA decidieron sumarse a esta nueva coalición con el Frente Amplio? No hay respuestas públicas ni banderas cabildantes visibles en el presupuesto. Pretender que nos creamos que votan todo esto a cambio de “más recursos para sanidad militar” parece una falta de respeto con el votante. Ante lo inexplicable, Perrone opta por descalificar a sus exsocios de la coalición, por aquello que no hay mejor defensa que un buen ataque.
Quizás la explicación sea más simple -y menos confesable-: la supervivencia personal. Cada vez más versiones señalan que Perrone estaría negociando su lugar en listas del FA en la próxima elección. Qué lejos quedaron aquellos discursos del FA exigiendo un “cordón sanitario” para aislar a Cabildo Abierto. Con una pretendida superioridad moral, explicaban que era necesario para “la salud democrática” evitar cualquier acuerdo con ese partido. Como suele ocurrir, detrás de esa retórica moralizante solo había una berreta estrategia de conveniencia política. Hoy, los mismos que pedían aislamiento son quienes abren los brazos a los cabildantes -y estos, agradecidos, corren a votarlo todo.
La política uruguaya cambió. Hoy existen dos coaliciones claramente definidas. De un lado, la coalición republicana, liderada por Luis Lacalle Pou e integrada por el Partido Nacional, el Partido Colorado y el Partido Independiente.
Del otro, una coalición populista e intervencionista, que reúne a la vieja izquierda frenteamplista -con sus socios más extremos- y ahora incorpora a Cabildo Abierto. Los cabildantes votan incluso la derogación de leyes que ellos mismos impulsaron hace pocos años, sin pudor ni explicación.
Para la credibilidad del sistema político, es una mala noticia. Para Cabildo Abierto, un suicidio. Lo único positivo es que el país volverá a tener un gobierno sin excusas: el Frente Amplio, con la ayuda de Cabildo Abierto, ha recuperado la mayoría parlamentaria. Lo que ocurra en los próximos años será, esta vez, todo suyo.