Ser judío y del FA hoy

En la “Declaración de la Mesa Política del FA ante conflicto Israel-Palestina” del pasado 20 de febrero, quedó completamente explícito el prejuicio antiisraelí del partido de oposición.

Una actitud flechada que viene desde el mismo título, porque designa al problema como una confrontación entre dos Estados, y no como lo que es, entre uno democrático, respetuoso de los derechos humanos, y una organización terrorista.

Es significativo (o más que eso, podría hasta calificarse de siniestro) el hecho de que en toda la redacción del comunicado no se mencione ni una sola vez a Hamás y exista una única línea donde se reclama la liberación de los rehenes secuestrados por esa horda criminal. Todo el resto del texto es manija contra la respuesta de Israel a la agresión terrorista sufrida el 7 de octubre, casi como si esta no hubiera existido.

En el primer párrafo reclaman el reconocimiento de los dos Estados, como si Israel no lo hubiera hecho ya en 2005, evacuando a sus connacionales de la franja de Gaza, y la convivencia pacífica entre ambos. Parecen no haber leído la misma carta fundacional de Hamás, que documenta con claridad su objetivo de eliminar el Estado de Israel y exterminar al pueblo judío.

En su edición de ayer, Búsqueda publicó en su espacio de Cartas un testimonio firmado por Lucio Bank, Edith B. de Bank y Ariel Bank, que se reconocen a sí mismos como “judíos frenteamplistas” y abominan de la declaración de la Mesa Política.

Vale la pena leer cada uno de sus argumentos, de una contundencia fenomenal. Allí comentan entre otras cosas que Hamás adoctrina a los niños palestinos utilizando textos como “Mi lucha” de Adolf Hitler. Evocan a los judíos sudamericanos que fueron amparados por Israel tras sufrir persecución, cárcel y tortura en nuestros países, durante las dictaduras del siglo pasado. Concluyen exigiendo a la Mesa Política que “exprese públicamente una clara y contundente condena del grupo terrorista Hamás. No debe haber ni vacilaciones, ni dudas ni debilidad frente a los que buscan exterminar al pueblo judío”. También le reclaman al FA que “honre la memoria y el legado de dirigentes históricos como Enrique Rodríguez Fabregat y el compañero presidente Tabaré Vázquez, quienes en vida siempre fueron claros y contundentes en su rechazo a cualquier acción antisemita”.

Es un alegato de una convicción tan poderosa que debería mover a una reacción de las autoridades y precandidatos de la izquierda, algo difícil de imaginar en un contexto nacional y regional en que manejan el tema con una frivolidad inquietante. Alcanza con citar el último discurso del presidente de Brasil Lula da Silva, que calificó la reacción bélica de Israel como un genocidio, comparándolo ofensivamente con el perpetrado por Hitler contra el pueblo judío. Ese insulto repugnante debe haber sido muy difícil de tragar para una colectividad tan profundamente lastimada por el Holocausto. Una nación que en acuerdo con la comunidad internacional y contra todo pronóstico, logró fundar un Estado democrático y próspero en un territorio rodeado de dictaduras fundamentalistas, convirtiéndose en lo que bien ha definido Julio María Sanguinetti como “la trinchera de Occidente”.

Es la reiteración monótona y ya harto previsible del viejo castro-chavismo latinoamericano, que postula el colectivismo y, con tal de posicionarse en la vereda de enfrente de los valores occidentales de democracia liberal y republicana, no dudan en aplaudir a los Putin, los Maduro y los Ortega, eternizados en el poder mediante un autoritarismo criminal.

Es una alineación descabellada, porque al entreverarse con el ultranacionalismo ruso, la teocracia iraní y el terrorismo islamista, terminan omitiendo condenar a Hamás, organización que lo primero que hizo cuando accedió al poder fue ejecutar a socialistas y comunistas.

Para agravar la situación, el fenómeno no es solo latinoamericano.

Hace unos días el periodista franco-argentino Alejo Schapire compartió en X una imagen devastadora: el público del teatro Bataclan de París coreando alegremente “Free Palestina”. El mismo teatro, la misma platea donde el Estado Islámico ejecutó una horrible masacre en noviembre de 2015.

Es en ese contexto en que, irresponsablemente como casi siempre, la Mesa Política del Frente Amplio publicita una interpretación sesgada de la realidad internacional. Con su miope ideologismo de cartón, no solo expulsan a los judíos de su propia militancia, sino que acicatean el proceso de polarización por el que las derechas autoritarias están avanzando en otros países.

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