¿Quo vadis, Cabildo?

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Si la coalición Frente Amplio superó hace rato la mayoría de edad, bien puede decirse que la Coalición Republicana (CR) recién atraviesa -y trabajosamente- la adolescencia.

Con ese símil podría explicarse el triunfo de la izquierda en noviembre de 2024: hay una mayor fidelización partidaria en el votante frenteamplista, que suele anteponer su sentido de pertenencia -cargado de valores emocionales- al análisis frío de programas y candidatos. Y a la inversa, todavía es tenue la adhesión del elector liberal a los valores que identifican a la CR.

El buen gobierno del período 2020-2025 no fue debidamente capitalizado en votos. La CR perdió contra un candidato débil y un programa de gobierno plagado de promesas voluntaristas, algunas de las cuales el gobierno ya está aplicando, con lo que desanda irresponsablemente logros fundamentales de la gestión Lacalle Pou.

Pero hay algo que todos los que trabajan en política deberían haber entendido: la opinión pública está dividida en dos mitades y quien pretende estar en los dos lados a la vez -o en ninguno- se desposiciona irremediablemente.

Cabildo Abierto nació en 2019 y obtuvo un respaldo popular inesperado: fue una potente aspiradora de los llamados votos “de derecha”, en un momento en que la ciudadanía clamaba por seguridad pública, ante el desgobierno en tal sentido del ciclo frenteamplista.

La imagen de duro del general Guido Manini Ríos y el aprovechamiento que hizo de su enfrentamiento con el partido que lo había designado como comandante en jefe, barrieron con las aspiraciones de un líder emergente de gran poder económico, como Edgardo Novick, y quitó votos tanto a un Partido Colorado volcado más al progresismo, con Ernesto Talvi, como a sectores populares que hacía décadas votaban a Jorge Pacheco Areco y en los últimos comicios lo hacían por José Mujica, un electorado siempre fiel a liderazgos presentados como mesiánicos.

Desde 2020, el aporte de Cabildo al gobierno tuvo la excelencia del cargo de ministro de Salud Pública confiado a Daniel Salinas, quien desafortunadamente abandona luego la política, en una decisión semejante a la de Talvi, ambas con un efecto perjudicial sobre la CR. Luego viene un enfrentamiento entre Manini y el presidente Lacalle Pou, por el pedido de renuncia a la ministra Irene Moreira. Al mandatario nunca le tembló la mano en apartar a quienes, voluntariamente o por error, incumplían en el ejercicio de su función.

Fuera de eso, la acción parlamentaria de Cabildo Abierto bajo la administración pasada tuvo las idas y vueltas propias de un mandato de coalición, donde no se esperan unanimidades sino la capacidad de mantener perfiles propios, pero sin obstaculizar la gestión de gobierno.

Manini Ríos tiene derecho a discrepar con medidas que él hubiera deseado más radicales, pero un mínimo de visión política debió impedirle que declarara a fines del año pasado que ya no veía sentido a la CR. Si esta sirvió para gobernar, con más fuerza debería servir ahora para coordinar una oposición responsable. Los recientes apoyos de los diputados Álvaro Perrone y Silvana Pérez Bonavita a artículos cuestionados de la rendición de cuentas, votos que según un acreditado vocero del FA fueron acordados en una reunión previa, parecen ser una línea que no debió traspasarse, y menos aún con la anuencia de Manini Ríos.

Lo más tenebroso fue una declaración en cámara del diputado Perrone, aludiendo con desprecio a la exministra Azucena Arbeleche, protagonista indudable de la exitosa gestión de la CR en el período anterior. Cuando se cruzan esos límites es lícito preguntarse si la conducta de Cabildo es producto de la inexperiencia política o de otras motivaciones.

En cualquiera de ambas hipótesis, no solo perjudica a la coalición sino principalmente a ellos mismos: haber ejercido cargos durante cinco años de un gobierno que ahora denigran, los muestra escasamente confiables a una ciudadanía que los votó justamente por compartir un proyecto político liberal y republicano (y por si fuera poco, exitoso). Resulta significativo que critiquen a blancos, colorados e independientes por no haber acompañado su propuesta de liberación de detenidos por presuntos delitos cometidos en la dictadura, y ahora den su apoyo a medidas populistas del partido más inflexible contra ellos.

Del lado del FA puede decirse otro tanto: es hasta gracioso que pacten justo con el partido por el que acusaban a la CR de “ultraderechista”.

Parece que no los une ni el amor ni el espanto. Simplemente, una conveniencia política de zócalo.

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