Una de las observaciones que deja planteado el resultado de las elecciones departamentales refiere al asunto del vínculo entre la justicia y la política. Varios han sido los comentarios en estos días que han señalado que en el Interior habría como una especie de criterio algo primitivo y alejado del estado de derecho, por el cual una suerte de ciudadanía embrutecida no es capaz de sancionar en las urnas a quienes cometen delitos o son sospechados de actos de corrupción.
Detrás de ese planteo bastante extendido en Montevideo hay varios prejuicios. Primero, la posición siempre capitalina de creer que los canarios del Interior -porque la cosa es tan burda, que incluso a todos los llaman “canarios”- son como bárbaros, y que los habitantes de la ciudad portuaria son civilizados. Segundo, el sesgo de ver con lupa todo posible desvío administrativo o político en el Interior y estar completamente ciego a los problemas que se informan de las intendencias de Montevideo o Canelones. Y tercero, la suposición, algo infantil a esta altura, de pensar que la justicia siempre actúa, en episodios con consecuencias políticas, de forma neutra y objetiva.
Pero lo más importante de todo esto han sido los resultados concretos en las urnas (en cifras redondas). Es decir, constatar lo que la gente de cada departamento ha decidido apoyar para los gobiernos que más cerca tienen, que son las intendencias, y confrontarlos con los casos más cuestionados por esas voces capitalinas tan críticas.
Han sido tres casos específicos: el candidato artiguense, apoyado por la ex-diputada Dos Santos quien cumplió una condena judicial por usurpación de funciones; el candidato Besozzi en Soriano, cuya formalización preventiva con tobillera para dejarlo en su casa en plena campaña electoral fue un escándalo; y la candidatura de Albisu en Salto, quien renunciara en setiembre de 2023 a su cargo en la Comisión Mixta Técnica de Salto Grande por causa de una polémica por contrataciones directas.
En Artigas el triunfo del Partido Nacional (PN) fue enorme: 24.000 contra 14.000 del Frente Amplio (FA), 4.500 de Cabildo Abierto y 3.000 del Partido Colorado (PC). Es decir que ni siquiera la suma de todos los demás alcanza a equiparar el apoyo a los blancos. Y dentro del PN, el candidato de Dos Santos recibe 17.500 votos, es decir, más que la suma de todo el FA y el PC juntos. En Soriano pasa algo similar: el triunfo de Besozzi fue apabullante. Su apoyo personal fue mayor que todo lo que recibió el FA: 21.265 contra 19.507. Y el PN recibió más votos que todo el resto de los partidos del departamento: 28.236 contra 27.826. En Salto hubo otra paliza electoral contra el FA: la Coalición Republicana recibió 50.000 votos contra 36.500 de la izquierda, con un Albisu que recibió individualmente 36.000 votos, es decir casi lo mismo que los de los tres candidatos frenteamplistas juntos.
La gente en sus departamentos apoyó a sus liderazgos que habían sido puestos en tela de juicio de distintas maneras. En Artigas, el triunfo de Soravilla debiera de ser un llamado a la reflexión para la dirección nacional del PN, que cedió a la presión montevideana pro- frenteamplista e impidió así que Dos Santos fuera candidata a pesar de que había ya cumplido su condena. En Salto ocurrió algo similar: el pueblo salteño dijo en las urnas que la sanción política a Albisu, con su obligada renuncia de 2023, había sido ya suficiente castigo, y le otorgó una enorme carta de confianza para enderezar el rumbo de la intendencia.
En Soriano el asunto es mucho más delicado y grave. Por un lado, porque el triunfo de Besozzi, enorme, fue logrado cuando su candidatura ni siquiera pudo hacer una campaña electoral normal: ¡la paliza que hubiera sido si hubiera estado en la cancha! Por otro lado, porque el sesgo anti- blanco de la fiscal que planteó su formalización ha sido tan notorio, que ha sido una verdadera vergüenza institucional para el país que semejante funcionaria haya ocupado un lugar tan preponderante en una causa como la que involucra a Besozzi.
La opinión pública capitalina opera además con un puritanismo interesado: a la vez que dice parecerle horribles todos estos episodios del Interior, guardan sepulcral silencio cada vez que surgen malas noticias por manejos indebidos de dineros públicos en las administraciones del FA en la capital y Canelones. Las vestiduras rasgadas de la izquierda opinante no son más que un hipócrita teatro.
Que todo esto sirva de lección para el futuro, sobre todo para los dirigentes blancos.