Potro desbocado

Si algo debe reconocérsele al Movimiento de Participación Popular (MPP) es que, como sector mayoritario del FA, se ha puesto al hombro la defensa del gobierno de Orsi, contra viento y marea.

Hasta febrero de este año, lo normal era ver a legisladores de ese sector solazándose en discursos maximalistas, despreciando la realidad macroeconómica y simplificando las medidas del gobierno anterior como conspiraciones para beneficio de los “malla oro”. Pero ahora ellos mismos defienden los sablazos presupuestales ejecutados por el ministro Oddone, justificándolos por una inevitable restricción fiscal. Se desmarcan de la grosera demagogia bolche del “impuesto a los ricos” y, sin admitir su origen, defienden políticas que vienen del gobierno anterior. Sin embargo, esos encomiables esfuerzos no bastan para enmascarar la fractura expuesta en que se encuentra el FA desde lo ideológico.

Pasó con la desafortunada convocatoria a una marcha por la avenida 18 de Julio bajo el lema “Palestina libre”. Allí asistió la vicepresidenta Cosse y, consultada por la prensa, se sumó a la delirante interpretación de la guerra de Israel contra Hamás como “genocidio”, pero intentó disculpar al gobierno por no calificarla de esa manera.

El resultado fue que al día siguiente, la principal avenida montevideana amaneció empapelada de retratos de Orsi y Cosse tachados con una X roja y acusados de ser “cómplices del genocidio”. Deberían entender que no se puede jugar en los dos lados de la cancha al mismo tiempo: de una u otra manera, esas incoherencias se pagan con descrédito ciudadano.

Lo mismo pasó con las reacciones a la bienvenida designación de María Corina Machado como Premio Nobel de la Paz. Alejandro Sánchez y Daniel Caggiani se negaron a opinar, visiblemente irritados. Incluso en el programa Séptimo día de canal 12, este último tuvo un altercado bastante infeliz con Leonardo Haberkorn, al que por esta pregunta acusó de “partidista” como una pretendida broma, recibiendo a cambio de parte del periodista un lapidario “usted es un atrevido”.

Pero el premio mayor en este asunto se lo llevó el presidente Orsi, cuando consultado por la prensa sobre el Nobel a Machado, en uno de sus arrebatos espontáneos dijo que “no me lo esperaba. No, ¡no! Incluso después de estar en la asamblea de la ONU y escuchar el discurso del presidente Trump, diciendo que había impedido siete conflictos -lo dijo una y otra vez- yo de verdad creía que iba a ir para ahí. Por eso me sorprendió”. Antes de que explotara el estupor en sus propias huestes por esta inesperada adhesión nada menos que a Donald Trump, enmendó la plana diciendo que “yo por lo general no hago análisis de lo que resuelven los premios Nobel. Nunca lo hice. Aunque era una oportunidad maravillosa en este 2025 de que quedara desierto. Porque si hubo un año en que el Premio Nobel de la Paz debió quedar desierto, capaz que hubiera sido este. Hubiese sido una gran novedad, atendiendo a la realidad, que hubiese quedado desierto. Fue una oportunidad que nos perdimos”.

De no haber querido opinar nunca sobre las decisiones del Comité del Nobel saltó sin escalas a cuestionarlo por no haber declarado desierto el de la Paz. Consultado enseguida sobre si ese galardón a Machado ayudaría a recuperar la democracia en Venezuela, volvió a contradecirse: “¿un premio Nobel?, quizás sí. Ojalá. ¡Ojalá!” O sea que admite que puede ser útil a la causa del pueblo venezolano, pero aún así “nos perdimos la oportunidad” de no dárselo ni a María Corina Machado ni a nadie.

Son lastimosas las volteretas retóricas que tiene que dar para dejar contentos a sus propios votantes. Es consciente de que a esta altura, el FA está partido en dos. Cada vez hay menos puntos de acuerdo entre el ala socialdemócrata (si así puede llamarse a un MPP devenido como tal) y la barra comunista-socialista, que se abre camino a codazos cada vez más duros y explícitos. Para dominar semejante potro desbocado ya no basta con la retórica ambigua y la pinta de buen tipo. Todo termina en un frágil equilibrismo que solo puede provocar un tremendo porrazo.

De un lado se ofuscan porque no se atreve a decir las cosas por su nombre y del otro también, porque no hace y dice lo que prometía en campaña y para lo que lo votaron. Como siempre en el FA, la pulseada la ganará el que haga más ruido y meta más presión. Sin Vázquez, Astori y Mujica, necesitan un líder con el suficiente resto de liderazgo para alinear tan contradictoria tropa. Y obviamente no lo están teniendo.

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