Plata y sindicatos: mezcla explosiva

El rictus de desprecio, el puño crispado, el tono acusatorio y el discurso encendido. Esa era la postal que definía desde hace más de una década a Jorge Bermúdez en cada conflicto, en cada acto del gremio de la salud, en cada 1 de Mayo. Por algo se ganó el apodo de “El Fogata”. Era el azote de los capitalistas, el defensor de los obreros, el líder de las masas con consciencia de clase.

Pero todo eso ha quedado en cuestión desde hace semanas, a medida que una nueva administración del gremio de la Salud ha empezado a investigar los manejos económicos de los últimos años del gremio. Allí no sólo se han detectado importantes faltantes de dinero, sino que han quedado comprobados gastos en las antípodas del paladín de la clase obrera que Bermúdez proclamaba a los gritos desde cualquier estrado, desde cada entrevista periodística. Cosas como tener a su servicio de forma permanente un sofisticado sistema de remises, cuando el gremio cuenta con auto con chofer para sus tareas (¡sí, auto con chofer!). O suntuarios viáticos para viajes al exterior. O cosas como el uso de cuentas personales para manejar de miles y miles de dólares, que pertenecían al fondo de Formación.

Acá hay que señalar algo que es bien claro para cualquiera que entienda algo de nuestro mundillo sindical. Estos gastos y gustos, no deben ser sorpresa para nadie. Es seguro que toda la cúpula gremial de la Salud, como de todo otro gremio más o menos relevante, estaba al tanto de todo, que seguramente se repite en otros sindicatos. Si esto surge ahora, es por un conflicto político interno en la FUS, que filtran a un conocido operador los datos, como forma de matar políticamente a Bermúdez. Que ni siquiera ha querido salir públicamente a explicar su situación.

Los conflictos en el mundillo sindical de la Salud, no son nuevos. Hace poco tiempo, quien fue sumariamente purgado de ese ambiente fue el otrora todopoderoso Pablo Cabrera, dirigente sindical de la Salud Pública. Y antes todavía tuvimos el caso de Alfredo Silva, otro ostentoso dirigente sindical de la Salud Pública, que llegó a ser representante de los trabajadores en ASSE, y que terminó condenado por la Justicia por conjunción de interés público y privado, y sancionado por su gremio también por manejos espurios de dinero público.

Tampoco sería injusto cargarle todas las tintas al sector Salud, ya que en otros gremios han ocurrido cosas similares.

El caso más notorio es el del SUNCA, el todopoderoso gremio de la construcción, que se encuentra en medio de una feroz pugna interna, y bajo la lupa de la Fiscalía, por el uso indebido de dinero de los afiliados. Y la sospecha sólida de que se usó dinero de un fondo al que aportan trabajadores y empresarios, para financiar acciones políticas del Partido Comunista. Partido que tiene entre sus legisladores a dos ex directivos del SUNCA, como Oscar Andrade y Daniel Diverio.

Como decíamos, el problema va más allá de un gremio o de un perfil político, aunque no deja de ser irónico ver a los más severos críticos del capitalismo, del neoliberalismo, y de la frivolidad consumiste, gastarse el dinero de sus afiliados en cosas banales o campañas para asegurarse confortables bancas parlamentarias.

El problema de fondo es que los sindicatos no deberían manejar fondos de la magnitud que lo han hecho en los últimos años.

Los sindicatos son herramientas lave en una sociedad moderna, para defender derechos de los trabajadores, y representarlos en instancias negociadoras. Pero no están capacitados, ni tienen la regulación necesaria, para manejar miles de dólares.

Ni en Uruguay ni en ningún lado. Alcanza ver lo que ha pasado en países como Argentina o incluso estados Unidos, donde los gremios manejan fondos sociales, médicos y hasta jubilatorios de sus afiliados, generando verdaderas mafias.

El problema empieza cuando se crea una casta sindical, que está años dirigiendo sindicatos, como ocurrió con Bermúdez y Andrade. El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente, como se sabe desde hace siglos. Pero la cosa se agudiza cuando los sindicatos son usados como herramienta partidaria, y para operar no en defensa de los derechos inmediatos de los afiliados, sino con mirada de política nacional. Desnaturalizando por completo su rol. Vaya si ha pasado eso en Uruguay en las últimas décadas.

Urge por tanto generar una regulación que de transparencia al manejo de los sindicatos. Su desprestigio ya es bastante serio, su rol ya está demasiado cuestionado, como para seguir esperando.

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