La semana pasada asumieron los 19 intendentes que gobernarán hasta 2030 en todo el país. El nuevo mapa departamental pauta algunas continuidades, otros cambios interesantes y varios apuntes de interés a medida que vamos recorriendo el país.
Uno de los cambios más significativos (el departamento más poblado que cambió de signo en esta elección) es el que ocurrió en Salto, donde Carlos Albisu se convirtió en el primer intendente electo por el lema Coalición Republicana en la historia. Su caso de éxito demuestra la utilidad del lema que engloba a los partidos que integraron la coalición de gobierno los cinco años previos y cómo el electorado se agrupa naturalmente en la división que se expresa cada cinco años en cada balotaje.
Albisu obtuvo un claro triunfo aliado con los partidos Colorado, Independiente y Cabildo Abierto, lo que le permitirá gobernar un departamento con notorias necesidades de cambios.
La pésima gestión de Andrés Lima, que se dedicó buena parte de su período a ser un tirabombas en redes sociales descuidando el estado de las calles, la iluminación y un largo etcétera en Salto, estaba pidiendo agua por señas, por lo que un gobierno que llega con nuevos bríos y propuestas concretas es muy bien recibido.
El caso de Salto, además, contrasta brutalmente con las realidades de los dos nuevos departamentos en que ganó el Frente Amplio, Río Negro y Lavalleja. Esos triunfos, amén de las virtudes de los candidatos frentistas, se explica por la increíble estolidez y soberbia de los dirigentes locales que se negaron a utilizar el lema Coalición Republicana que les hubiera dado el triunfo.
Pocas veces vemos en vivo y en directo una acción tan deplorable para con sus partidos y sus ciudadanos de parte de dirigentes políticos que supieron contar con respaldo popular.
El caso de Maldonado también debe destacarse. Maldonado supo ser un departamento en disputa entre el Frente Amplio y el Partido Nacional. Luego de las últimas dos gestiones de Enrique Antía ya no lo es, pasó a ser uno de los departamentos más blancos del país gracias a una gestión que es ejemplo por su eficiencia en los servicios básicos, en la recuperación de espacios públicos y en sensibilidad social.
La relocalización del asentamiento Kennedy es una gran obra, quizá la más destacada de una gestión muy bien valorada que ahora continuará Miguel Abella.
También deben destacarse dos intendentes jóvenes, de esmerada formación y mirada renovadora: Felipe Algorta en Durazno y Diego Irazábal en Flores. Ambos representan a una nueva generación de gobernantes del Partido Nacional que seguramente sabrán destacarse en los próximos años.
Otro reconocimiento, en este caso por su persistente continuidad, merece el nuevo gobierno colorado en Rivera. Respondiendo al nombre del fundador de su partido, los colorados han logrado establecerse sólidamente en ese departamento del norte del país en base a una sucesión de administraciones bien valoradas, a partir de la emblemática que encabezó Tabaré Viera. Estos casos de continuidad no se dan por azar, menos en el caso de un partido que ha tenido problemas para crecer a nivel nacional; se producen por el reconocimiento de su gente, lo que debe apreciarse justamente.
Otros casos de continuidad diferentes son los de Montevideo y Canelones. Francisco Legnani representa la continuidad de Orsi y Carámbula, gestiones razonables que no se han destacado a nivel nacional por los escándalos ni la inoperancia, en claro contraste con el caso de Montevideo. Es la capital del país donde cuesta entender más aún que el Frente Amplio esté comenzando su octava gestión consecutiva luego del bochorno de las últimas administraciones.
Una ciudad sucia, mal iluminada, con los espacios públicos descuidados, con la rambla en derrumbe en varias zonas, con las avenidas rotas, sin una obra relevante en décadas, sigue cooptada por un partido sin capacidad de respuesta que acaba de culminar una nueva administración con el mayor déficit departamental de la historia del país. La “nueva Montevideo” que promete Bergara no es creíble, menos con sus antecedentes como gestor público y su escasa contracción al trabajo.
El nuevo mapa del país muestra un paisaje variopinto, con razones para el optimismo y otras para la desazón. Ahora está en manos de cada uno de los intendentes y alcaldes recién asumidos demostrar sus condiciones en la cancha.