No hay plan B educativo

Cuando llegó al gobierno el 1° de marzo de 2005 el Frente Amplio tenía solo una idea relevante en materia educativa: autonomía y cogobierno para toda la educación pública. La liturgia militante los había convencido que los problemas de la educación se arreglaban así de fácil, con dejar que las corporaciones gobiernen y los malvados políticos se salieran del medio. Una tontería infantil que no funciona en ningún lugar del mundo, pero entrado el cuarto gobierno siguen sin poder proponer una alternativa.

No por conocida la absoluta ausencia de rumbo de la izquierda en materia educativa deja de asustar. Es deprimente lo que estamos viendo que se anuncia en estas primeras semanas de gobierno desde el MEC y la ANEP. En corto los anuncios son más restricciones para el funcionamiento de las universidades privadas, vuelta de los representantes sindicales a todos los órganos de gobierno y a fragmentar la gobernanza.

Nada de esto es de extrañar. En pocos temas como en el educativo la izquierda se mostró tan inoperante desde su llegada al gobierno en 2005. En el recetario tribunero frenteamplista previo a 2005 la educación se solucionaba entregando el sistema a las corporaciones, porque claro funciona tan bien en la UdelaR. En 2006 el novel gobierno organizó un fatídico congreso nacional de educación que derivó en una Ley General de Educación de 2008. Una norma vetusta pensada para asegurar nichos de poder y capacidad de veto a todos los gremios educativos. Nada de lo allí discutido o propuesto iba sobre aprendizajes del alumno, todo era sobre poder.

El fracaso se hizo evidente muy rápido. Durante el gobierno de Mujica la educación subió en la preocupación de los uruguayos a niveles nunca vistos antes en las encuestas de opinión pública. Se empezó a hablar de los infames niveles de deserción de secundaria y los más avispados frenteamplistas notaron que dejar todo en mano de las corporaciones no podía ser la solución.

En la campaña de 2014 ya la situación ponía a la educación en un lugar que no lo había tenido. Apareció Fernando Filgueira en escena y el Frente Amplio manifestaba que esta vez sí entendía la urgencia y tenía idea de lo que había que hacer en un sistema educativo que tenía miles de millones de dólares más pero que seguía expulsando a diestra y siniestra a los jóvenes.

Ni una tormenta de verano fue el supuesto reformismo educativo del segundo gobierno del Frente Amplio. Los reformistas que no eran parte de la endogamia, como Filgueira y Mir, volaron por los aires y fue el status qúo representado por María Julia Muñoz y Wilson Netto los que se quedaron los cinco años para asegurarse que nada pasara.

No solo se fueron del gobierno, fueron defenestrados por los que se quedaron. Los expulsados crearon Eduy21 para impulsar la agenda educativa como no habían podido desde el gobierno.

El tiempo siguió pasando y en el gobierno de coalición ocurrieron los únicos intentos serios de cambiar algo. Con sus limitaciones la transformación educativa estableció cambios concretos a la gobernanza de la educación, se desburocratizó la toma de decisiones, se aumentó la autonomía de los centros, se liberalizó la formación universitaria y se otorgó por primera vez título universitario a los docentes. Acciones concretas y relevantes que pueden no haber tenido la magnitud de la urgencia del problema, pero que sin dudas fueron el único intento serio desde la reforma de Germán Rama en la segunda mitad de los 90.

Hoy estamos viendo la vuelta de la endogamia sin matices. Mahía es mucho más amable que María Julia Muñoz cierto, pero la realidad es que no se cae una sola idea que vaya al fondo de los brutales problemas educativos que tenemos. El Frente Amplio no es que no quiera, es que no puede. El Frente Amplio es esa endogamia, son esos sindicatos que pedían que no vuelvan las clases luego de la pandemia, son esos dirigentes que declaran que no les gusta dar clase, es esa retórica de llamar mercantilizar a todo lo que no les gusta. No hay ninguna chance que necesitando contentar a los que quieren que nada pase algo en serio vaya a cambiar.

En muchos temas estamos viendo falta de agenda, en la gran mayoría. Pero en el caso de la educación es muy entristecedor ver como se regalaran otros cinco años sin nada serio en la agenda. Más allá de las “marchas y la lucha” por la educación pública lo cierto es que estamos confirmando por cuarta vez que solo sabían gritar “autonomía y cogobierno” y nunca tuvieron un Plan B.

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