Nada

Cuando un extranjero visita nuestro país y realiza la tradicional pregunta: “¿cómo viene el nuevo gobierno?” aparece una respuesta casi unánime: nada, no pasa nada. Si uno se proyecta y recuerda la actitud de los gobiernos, y el estado de ánimo popular, cuatro o cinco meses después de asumir Batlle, Vázquez Y, Mujica, Vázquez II o Lacalle Pou es impresionante el nivel de apatía. Quizás la mayor desde el retorno a la democracia.

Los números que publicó la encuestadora Nómade estos días deberían encender alarmas en el Piso 11 de la Torre Ejecutiva. A poco más de cuatro meses de asumir el Presidente Orsi tiene un saldo positivo de apenas 5%, pero lo que es más grave su aprobación no llega al 35%. Incluso en Montevideo solo el 37,8% de las personas declara aprobarlo. Para poner alguna referencia algunas consultoras argentinas dan un saldo positivo del orden de 10% a Javier Milei luego de haber aplicado un brutal ajuste fiscal.

Los datos de Equipos Consultores son mejores en términos absolutos pero lo dejan muy mal parado cuando se lo compara con sus antecesores. Según estos, en junio el actual Presidente tenía una aprobación de 44%, muy por debajo de lo que tenían en igual mes del primer año de gobierno Lacalle Pou, Mujica y Tabaré I: 63%, 71% y 68% respectivamente. De los gobiernos más recientes solo Tabaré II se asemeja con 48% de aprobación en junio de 2015, el último “buen dato” antes del desplome de un gobierno que pasó casi todo el quinquenio con saldo negativo.

Pero los números son sólo una confirmación de lo que se percibe en cualquier conversación callejera entre personas sin un balde en la cabeza. Se trata de un gobierno que ganó convencido que podía ir gestionando sin tomar partido en casi ningún tema relevante que pueda polarizar el debate público.

Sus compromisos de campaña con los que llegó al gobierno tuvieron dos recursos esenciales: continuidad de todo lo bueno que Lacalle Pou hizo y ellos habían criticado, y una batería de promesas populistas de más recursos a diestra y siniestra. Ninguna de esas cosas es una agenda de gobierno.

Ante la ausencia de agenda del Presidente, aparecen los que intentan ocupar el lugar. De los jerarcas parece claro que el único que muestra tener una idea más o menos clara de a dónde quiere ir es Gabriel Oddone. Desde el MEF se pretenden impulsar reformas para facilitar la forma de hacer negocios en Uruguay. Algo lógico y alineado con lo que se venía haciendo en el gobierno anterior. ¿Pero qué tiene que ver eso con la retórica y el relato con que el Frente Amplio llegó al gobierno? Las posibilidades de que la agenda “oddonista” avance significativamente tienden a cero.

Lo que sí están alineados con el relato buenista, distributivista y dañino que el FA lleva en la sangre es la propuesta del PIT CNT y el Partido Comunista de aumentar brutalmente el impuesto al patrimonio. Ellos están viendo en el “no pasa nada” de este gobierno una oportunidad de impulsar una agenda mucho más radical. Curiosamente a la hegemonía emepepista le toca proteger a Oddone, pero mientras hace eso se le subleva el sentido común que ellos pregonaron toda la vida.

De a poquito economistas con una agenda ultra ideológica y los sectores marxistas instalan una discusión kirchnerista en Uruguay.

Esto no es del todo novedoso. Lo novedoso es que no hay un Danilo Astori ni un “astorismo” para pararse enfrente con credibilidad a explicar lo dañino del voluntarismo de izquierda. Parece claro que ni Bettiana Díaz, ni tampoco Alejandro Sánchez tienen ni el peso ni la credibilidad de poner orden.

Empezó el PIT CNT, siguió el PCU y el PSU, luego fue Constanza Moreira, ahora se sube Silvia Nane. Estamos ante una tranquila pero inexorable revuelta de una parte del FA que lógicamente pretende ser mínimamente coherente con su base social y, a diferencia del MPP, pregonan en el gobierno el mismo populismo dañino que pregonaban en la oposición.

Estamos ante un gobierno sin agenda como pocas veces vimos en Uruguay. Lógicamente, la opinión pública muestra una apatía brutal y tal como comentaba un politólogo más que luna de miel esto parece un aniversario de 25 años de casados: no pasa nada.

Ante esa ausencia aparecen dos actores; Oddone y sus propuestas divorciadas de la base social, y el PCU/PIT CNT viendo una oportunidad para llenar el vacío con el populismo que hasta ahora nunca había tenido lugar en este país. La próxima gran batalla será el presupuesto.

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