Los que vienen, ¿se quedarán?

Todos nuestros innovadores se vienen a Uruguay, pero por poco tiempo porque vamos a dar vuelta la situación en Argentina”, sostuvo la semana pasada el economista y diputado argentino Ricardo Lopez Murphy. Y advirtió: “van a volver a nuestro país así que no se hagan expectativas exageradas”. Lo dicho por Lopez Murphy en un encuentro realizado la semana pasada en Punta del Este, no debería sorprender. La posibilidad de que algún día las cosas cambien en Argentina y lleven a un retorno de los muchos argentinos que se instalaron en Uruguay, es una realidad que nos obliga a a estar preparados.

Esto ocurrió en el Latin American Liberty Forum, coorganizado en lo local por el Centro de Estudios por el Desarrollo (CED), y sobre el que reflexionamos en nuestro editorial del domingo. Entre los muy destacados políticos, economistas y figuras relacionadas al pensamiento liberal estuvo el mencionado diputado Ricardo Lopez Murphy, ex ministro de Defensa y de Economía durante el gobierno de Fernando de la Rúa y un lúcido referente de la oposición en Argentina. En los años 80, Lopez Murphy vivió en Uruguay y conoce bien al país.

Su afirmación respecto a los argentinos radicados en Uruguay, es un llamado de atención, más allá de que exhibe un quizás desmesurado optimismo. Sin duda, las posibilidades de que la oposición argentina gane las elecciones este año, son altas. Pero aún accediendo al gobierno, nada asegura que revierta en poco tiempo la dramática situación del país vecino y por lo tanto genere la confianza necesaria para que retornen los que se fueron.

De todos modos, Uruguay no puede suponer que esta situación perdurará para siempre. Si quiere que se queden, deberá hacer algo más que apostar a que Argentina siga complicada.

Hay tiempo para pensar políticas que afiancen la actual tendencia. La situación argentina no va a cambiar al día siguiente de asumir un nuevo gobierno, porque nada de lo que está proponiendo la oposición, si es que está proponiendo algo, ayuda a vislumbrar una salida que realmente modifique no solo las políticas que rigen desde el gobierno de Nestor Kirchner en 2003, sino también una cultura populista que se afincó con la llegada del peronismo a la historia argentina en 1945.

Si el ex presidente Mauricio Macri, que mantenía su coalición de gobierno mejor armada que ahora, no pudo generar la confianza necesaria para atraer inversiones y despegar, nada indica que un gobierno nuevo lo logre.

Un eventual triunfo de los no kirchneristas no operará un instantáneo milagro de dimensiones bíblicas. Los mensajes emitidos por una oposición fragmentada, más ilusionada en ganar por simple defección del contrario que por presentar propuestas valederas, no alientan a eso.

Por eso tantos argentinos se instalan en Uruguay. Saben que no alcanza con eliminar los “impuestos locos” (al decir de Lopez Murphy). La crisis es mucho más profunda y va más allá de lo económico. Los que vinieron a Uruguay, lo hicieron porque le temen no a una coyuntura complicada y breve, sino a sus consecuencias de largo plazo.

De todos modos, Uruguay debe estar alerta y aprovechar cambios como la modificación provocada por la pandemia, quizás para siempre, en la forma de hacer negocios y el lugar desde donde hacerlos. Hoy los grandes edificios de oficinas en el mundo lucen vacíos. Se instaló, en andas de transformaciones tecnológicas profundas, el trabajo desde la casa.

Solo con clara visión, cuando muchos de estos empresarios instalados en Punta del Este, Montevideo y quizás también en Colonia, redinamicen sus negocios en Argentina, lo harán sin irse y sin desinteresarse de lo logrado acá.

Si el Mercosur funcionara como corresponde, ayudaría a que Uruguay fuera un centro de negocios clave para toda la región. No es el mercado uruguayo, por cierto pequeño, lo que seduce a tantos empresarios, sino que sea un espacio estable desde donde operar dentro y fuera de fronteras. Ante tantas señales que se procesan en forma acelerada, Uruguay debe adelantarse a ellas: el gobierno con la presencia de un Estado abierto y eficaz, y también una actividad privada con iniciativa.

Cambiar no significa dar un paso y quedarse quieto, significa dar el siguiente paso y anticiparse, además, a los que aún vendrán más adelante. Solo de ese modo, la “profecía” de Lopez Murphy no se cumplirá. Y lo decimos no para perjudicar a su país sino para ventaja de ambas naciones.

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