Lavados de cerebro

Nuestro país, durante el siglo XX, ha sido sometido a dos intensos lavados de cerebro que le dieron buena parte de las características que tiene actualmente. Como se sabe, el lavado de cerebro es una expresión derivada de la técnica de reflejos condicionados, aplicada por Pavlov, que intenta que la mente colectiva obedezca a un patrón nivelador: datos atiborrados, junto a estribillos y frases hechas y repetidas provocan determinados efectos de sumisión intelectual generalizados. El fenómeno es reversible (el tránsito de la URSS a Rusia así lo prueba), pero mientras transcurre y domina erosiona a la sociedad que lo sufre. El primer lavado de cerebro realizado en el Uruguay estuvo determinado por la penetración ideológica del marxismo y afines. Aún cuando, electoralmente, los partidos que representaban esas corrientes, históricamente, nunca tuvieron más de 10% del apoyo ciudadano, hoy detentan el poder y el gobierno. ¿Cómo ocurrió este proceso?

El punto de partida se focaliza en la estrategia de Antonio Gramsci: el marxismo debe infiltrarse en cuanto medio cultural existe. Así, la prensa, la docencia, el teatro y las actividades de toda índole se transformaron en objetivos para ser copados. A través de estos instrumentos se repetiría el mismo mensaje, bajo distintas formas, incansablemente. Luego, se aprovechó el prestigio alcanzado por la URSS a lo largo de su guerra "patriótica" contra el nazismo y por sus grandes éxitos iniciales en la carrera espacial.

A ello hay que sumar otro importante factor: la revolución cubana encarnó el romanticismo de jóvenes luchadores contra una tiranía que, rápidamente, se identificaron con el marxismo-leninismo.

Más tarde, el mayo francés del 68 le confirió a los estudiantes del mundo una especie de patente de rebeldía revolucionaria, un papel removedor en el pensamiento y en las actitudes de la juventud y una excusa para romper con el pasado. El Uruguay, por supuesto, no se sustrajo a su influencia.

Paralelamente, la sedición se enseñoreó de nuestro país y, aunque derrotada militarmente, una persistente y hábil propaganda logró que fuera considerada nada menos que defensora de los derechos humanos y de la democracia. A tal punto, fue exitoso este lavado de cerebro que quienes asesinaron, secuestraron, dinamitaron, asaltaron y coparon ciudades, pasaron a ser víctimas inocentes del terrorismo de Estado y a ocupar plazas de ministros, legisladores y altos jerarcas de la administración. Y todas se arrogan el derecho de dictar lecciones sobre... los derechos humanos.

Esta síntesis sobre el lavado de cerebro ideológico no puede concluirse sin poner el énfasis sobre uno de sus aspectos más significativos, cual es la utilización de la educación como instrumento principalísimo de ese proceso.

En efecto, iniciado en la segunda post guerra mundial, interrumpido durante los gobiernos de facto y reinstalado con la reincorporación masiva de docentes destituidos por la dictadura, el proselitismo en las aulas de Secundaria fue agente decisivo para captar voluntades juveniles -que muy poco después se convertían en ciudadanos- y allegar votos para que el Frente Amplio ganara las elecciones, primero en Montevideo y, luego, en todo el país. Este lavado de cerebros adolescentes fue denunciado por el Presidente del Codicen, Prof. Pivel Devoto, con estas palabras: "La laicidad está siendo alevosamente desvirtuada...".

El segundo gran lavado de cerebro también se refiere a Enseñanza Secundaria pero no es obra de la infiltración marxista sino de la miopía de quienes proyectaron su contenido programático y su estructura. Siempre se la concibió como un camino hacia la Universidad. Pero ¿qué pasa con los que no ingresan a ésta? ¿O con los que no culminan sus estudios?

El problema se plantea sobre todo en el interior del país porque Secundaria, a través de diferentes asignaturas, nunca habla de la tierra, del amor a ella. El estudiante integra su personalidad con los elementos que tiene en su entorno, pero todos ellos le dan la espalda a la realidad económica de la que procede y su propio lugar le será cada vez más extraño. Desde hace un siglo, urbaniza la mente. Sus centros de enseñanza funcionan como especialmente capacitados para enviar a la población rural hacia la ciudad. En todo el país donde hay cursos de segundo ciclo hay cursos de Derecho y hasta hay Facultades. Pero la tierra sigue siendo la gran olvidada. ¿Quién sucederá al chacarero, al tambero, al ganadero? ¿Quién ocupará el puesto de los padres?

Las luces de la ciudad no permiten ver los amaneceres del campo. Un pertinaz lavado de cerebro se ha consumado. La tierra oriental ya no tiene quien se ocupe de ella.

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