Primera advertencia al lector: el título no refiere a la llamada “batalla cultural” contra los paradigmas implantados por la izquierda, según las enseñanzas de Antonio Gramsci. No. El tema de hoy es mucho más pedestre: nos referiremos a la dura lucha que tenemos que librar los uruguayos para que este gobierno respete un poco a la cultura.
Esta semana fue pródiga en noticias sorprendentes al respecto.
Por un lado, se supo que el uso y abuso de cierta “cultura” para hacer campaña electoral durante la administración Cosse, representó para los contribuyentes montevideanos, solo en 2024, una erogación de 2.870.000 dólares, lo que el edil nacionalista Eric Spektor cuantificó ingeniosamente como “10 conciertos de Lali Espósito”, aludiendo al show de esa artista argentina patrocinado en 2023 por la comuna.
La nueva administración, que ha recortado horas extras y viáticos a funcionarios que prestan servicios básicos, ya se ha pronunciado a favor de continuar invirtiendo esos montos encandalosos de más que difícil justificación.
Seamos claros: la promoción de la cultura siempre es positiva; el problema está en determinar de qué manera se gasta lo que se gasta y qué impacto real tiene en la ciudadanía. El edil Spektor lo sintetiza adecuadamente al declarar a Montevideo Portal que “lo más razonable sería conseguir financiación de privados, ya que son gastos altísimos en plata que nunca se recupera y que, a su vez, tampoco desarrolla la industria: solo financia colectivos”.
Pero vayamos ahora a la conducción cultural del gobierno nacional.
En estos días, la Asociación de Trabajadores de Educación y Cultura (ATEC) se declaró en conflicto con las autoridades del MEC, en rechazo a la precariedad laboral que se da en la Dirección Nacional de Cultura. Ayer realizaron un paro con concentración en la sede de esa repartición, reclamando “soluciones a corto plazo que no precaricen más aún el vínculo laboral de trabajadoras y trabajadores cuyos contratos ya vencieron o están por vencerse”. Denuncian “falta de estructura organizacional, salarios impagos, deudas a artistas y a proveedores”, especificando que 10 trabajadores -en un grupo de más de 150- “desempeñan tareas permanentes con contrataciones irregulares”.
El lema con que divulgan el conflicto es contundente: “la cultura no es voluntariado”.
Pero por si todo esto fuera poco, la frutilla de la torta la puso una conferencia de prensa ofrecida el lunes pasado, a la que asistieron el mismísimo presidente Orsi y el ministro de Educación y Cultura Mahía, anunciando con alborozo que la Biblioteca Nacional -cerrada insólitamente el 26 de mayo pasado- reabrirá sus puertas recién en diciembre.
El evento fue algo surrealista porque se prometió una “biblioteca del futuro” sobre la que no hubo ni un solo anuncio concreto.
El gestor Gabriel Calderón declaró a La Diaria que “creo que hasta dentro de tres años no se va a ver que la BN pueda ser otra cosa que una biblioteca clásica, en la mente de algunos”.
Ayer, entrevistado en Búsqueda por la periodista cultural Silvana Tanzi, agregó que “tengo un contrato con la OPP, dirijo un equipo con una secretaria ejecutiva de siete personas. Tres están viniendo a la BN para ayudar en el restablecimiento de los servicios básicos, para que en diciembre podamos restablecerlos”.
Más adelante, en la misma nota, reconoce que “el gobierno tiene abiertas varias líneas históricas de financiamiento con países e instituciones. Primero tenemos que entender qué vamos a hacer y qué tipo de financiamiento podemos llegar a conseguir” (sic).
Por su parte, la directora Rocío Schiappapietra, que el 26 de Mayo había celebrado el Día del Libro y aniversario de la biblioteca, cerrándola, explicó qué hicieron desde entonces hasta ahora: “el MTOP está haciendo un escaneo total del edificio y actualizando los planos regulares y los eléctricos. Ha sido un trabajo muy arduo. Con el equipo de arquitectura patrimonial del MTOP tenemos reuniones todos los meses.
Se entusiasmaron tanto que dos de las arquitectas están escribiendo un trabajo sobre bibliotecas” (sic). Agrega que “son procesos largos. Probablemente cometamos errores, pero lo importante es no apurarnos”. Eso se ve a la legua. Realmente sorprende y alarma tanta improvisación e inacción, cuando lo lógico hubiera sido que el famoso escaneo y las mejoras que de él surgieran se hubiesen realizado de inmediato, sin cerrar la biblioteca al público.
Otra perla en el collar de diletantismo que caracteriza a este gobierno.