Entre tanto comentario sobre la elección de la convención nacionalista para la formación de su directorio, y en particular de la presidencia de ese honorable cuerpo que terminó recayendo por mayoría relativa en Álvaro Delgado, no se ha prestado la suficien- te atención a la renovación generacional que presentaron los blancos en el balance de todo este ciclo electoral.
No es una renovación casual. En efecto, desde la iniciativa tomada por el expresidente Lacalle Herrera de que los blancos votaran periódicamente autoridades de juventud, que tuvo su primera instancia en 2007, el Partido Nacional ha encontrado por esta vía eficientes mecanismos democráticos para apuntalar el siempre necesario proceso de renovación que todo partido precisa. Se fueron formando así camadas de dirigentes jóvenes, que no solamente tuvieron sus primeras experiencias proselitistas a través de estas elecciones internas, sino que luego pudieron legitimarse, sobre todo a niveles departamentales, a través de distintas agrupaciones que se enfrentaron al exigente ejercicio del escrutinio ciudadano general.
Así las cosas, en los primeros escalones de representación y de gobierno, hechos de Juntas Locales, Departamentales, alcaldías y direcciones de intendencias, empezó a notarse la presencia de nuevas generaciones blancas en distintas partes. Hoy, a prácticamente dos décadas del inicio de aquel proceso, se verifica a nivel nacional una presencia importante de aquellos jóvenes, que hoy ya están en el eje de los cuarenta años, y que empiezan a tomar protagonismo en todos los niveles del Partido Nacional.
Sin querer cometer injusticias de mencionar a unos y no a otros, importa igualmente dar cuenta, así sea parcialmente, de algunos de esos cuadros partidarios que en ciertos casos incluso ya han pasado por la experiencia de integrar el Ejecutivo nacional en la administración Lacalle Pou: Felipe Algorta, Matilde Antía, Valentina Arlegui, Gonzalo Baroni, Santiago Caramés, Diego Echeverría, Rosana García, Santiago Gutiérrez, Diego Irazábal, Jorge Larrañaga Vidal, Martín Lema, Nicolás Olivera, José Luis Satdjian, Fernanda Sfeir y Pilar Simón. Podría señalarse de igual manera relevante otros quince nombres distintos, por ejemplo, de jóvenes generaciones que en este proceso electoral quedaron en lugares relevantes de escenarios políticos locales y departamentales.
Son generaciones para quienes la dictadura, la reconstrucción democrática y los gobiernos de los años noventa son, esencialmente, temas históricos no vividos. Ellas nacieron a la vida partidaria ya con las reglas de juego electorales de 1997 asentadas, con el Frente Amplio gobernando a nivel nacional y con el liderazgo partidario de Lacalle Pou en ascenso, o directamente ejerciendo ya la presidencia de la República.
Esas generaciones tienen mucho para decir acerca del perfil del Partido Nacional para los próximos años. En primer lugar, porque muchos de ellos ocupan hoy lugares institucionales muy importantes: no solamente con apoyo electoral detrás, como en el caso de los intendentes, sino con responsabilidades parlamentarias y dirigenciales claves cuando se trata de liderar la oposición al gobierno del Frente Amplio. Y en segundo lugar, porque en 2029 la generación de 1983, la de la salida de la dictadura, nacida en el entorno del año 1960 y que ha sido protagonista del Partido Nacional durante todo este siglo XXI, estará ya en el eje de los 70 años, y por tanto naturalmente deberá ir dando un paso al costado entre los cuadros partidarios.
Todo el mundo político está prestando atención a la posibilidad de que Lacalle Pou conduzca de nuevo electoralmente a los blancos para la instancia próxima. Sin embargo, como en política nada es hecho por una sola persona, hay que prestar atención también a que el partido que llevó a la victoria a Lacalle Pou en 2019 ya no será el mismo, generacionalmente, que el que estará en la cancha en 2029. Habrá otras sensibilidades reflejadas, otras prioridades y otras miradas, hechas de experiencias políticas diferentes y que estas generaciones más nuevas representan muy bien.
Es hora de que los cuarentones blancos ocupen más espacios. Que se expresen con voz clara sobre el Partido Nacional, la posibilidad de una Coalición Republicana, la forma de oposición al Frente Amplio, y sobre todo, que empiecen a tallar en la definición de los grandes rumbos nacionales acerca del país que quieren para sus hijos.
Hay un partido que estará atento a sus voces y un país que las precisa siendo más protagonistas.