DECIA Unamuno que, con buenos oradores y con buen lenguaje, se tendrían buenos pensadores, ya que se piensa con palabras.
Días pasados nos referimos a la pérdida de la cultura como consecuencia de los planes anticuados de enseñanza, las modificaciones proyectadas, las estructuras obsoletas, los profesores sin estímulos, las inasistencias de muchos de ellos, la postergación de exámenes, los estudiantes "eternos", los abandonos, y el tema de la enseñanza gratuita (más gravosa para las clases pobres, por lo expresado anteriormente). Pero nos quedan otros importantes aspectos negativos, en gran parte consecuencia de lo anterior.
Por ejemplo, el mal uso del lenguaje, las expresiones impropias, la ortografía, la caligrafía, la lectura, la redacción, etc. Es decir, todo este arsenal de cultura que, si bien en primaria resulta en gran parte aceptable, se va desvirtuando y deteriorando en los estudios secundarios, y se traslada a los terciarios, reflejándose, cada vez más, en la actividad profesional, en los medios, y en distintos aspectos de la vida corriente.
SE ha dicho y se sigue explicando, que las causas de estas deformaciones radican en la falta de fondos para la enseñanza y en la pobreza de sectores de la población. Sin embargo, las carencias de financiación existieron desde mucho tiempo atrás y esas deformaciones no existían antes. Además, el achatamiento del lenguaje se observa en todos los estratos sociales y condiciones económicas. No tenemos masas maleducadas porque seamos pobres, decía ese maestro que es el Dr. Leonardo Guzmán, sino que somos pobres, en toda la amplitud de esa palabra, porque nos hicimos maleducados y además, mal aprendidos. El lenguaje expresa una parte de lo que pensamos, pero ¿cómo lo dice?, ¿en qué momento?, ¿de qué manera?, ¿con qué expresión gestual?, ¿a quién nos dirigimos? (porque siempre se dice algo de alguien).
Los atentados contra la inteligencia se agravan. Hoy son muchos los que hablan y escriben mal. Y no hablemos de ciertos conjuntos teatrales, actores de películas nacionales, argumentos que presentan un país ruinoso, letras de varias murgas, negativas y soeces. No se necesita llegar hasta el macaneo ignorante y presuntuoso para estar contra algo. Y destacamos estos casos, varios conjuntos de rock, sus nombres, los títulos y el contenido de muchos libros y hasta los avisos y los temas de propaganda en los medios.
POR ejemplo, ya no hay nombres personales, sólo se expresan las primeras letras de cada uno de ellos para comunicarse directamente o por teléfono. Tampoco se respeta la pronunciación. Es común decir "yoping" por shopping, "sho" por yo, "sha" por ya. Hay palabras extranjeras que se hablan y escriben como se pronuncian (güisqui, jipi, eslip). En otros casos, se comprimen palabras, como el cole, la tele, una promo, un combo, un pak, una disco...
Y está de moda también lo contrario: se cree que es más distinguido decir posicionamiento, por ubicación; relacionamiento, por relación; problemática, por asunto o tema; intencionalidad, por intención; visualizar por ver o constatar, y tantas otras deformaciones del lenguaje que a nada conducen. En el "chateo", otra expresión del inglés (como se abusa del off, sale, rack, etc.), y en las comunicaciones por los modernos celulares, hay una especie de lenguaje alfanumérico de abreviaturas, como supresión de vocales y hasta de algunas consonantes: "BN" bien, "NPH", no puedo hablar, "NT1P!" No tengo un peso", "T SPO", te espero, "TKI", tengo que irme, etc.
Peor aún es la llamada "lengua plancha", que proviene de la cumbia villera argentina. Ser plancha es ser marginal, y el lenguaje contiene expresiones propias de significado especial.
ES que nos estamos convirtiendo en masa y la masa no repara en el lenguaje, se excita, pierde la razonable comunicación, se hace intolerante. Desaparece el protagonismo; sólo hay coro. Y así se llega a un conglomerado social que no se entiende entre sí ni aun dentro de la propia familia, base de la sociedad, a través de distintos lenguajes, que constituyen afrentas al idioma. Aquel idioma que aprendimos de Varela, Vaz Ferreira, Larrañaga, Miranda De Viana, Carlos María Ramírez, Sabat Pebet y tantos otros. Así, uno ve que hay más especialistas que nunca, pero mucho menos hombres y jóvenes cultos que en el siglo XIX.
Incomprensible
Sorprende la falta de responsabilidad del ministro interino del Interior cuando expresa públicamente que la sensación de creciente inseguridad que se vive en este país, no condice con la realidad, y que en parte está promovida por algún actor político que la utiliza buscando determinados beneficios personales. Sólo le faltó incluir a la prensa, como ya lo han hecho otros integrantes del Ejecutivo. Por su parte el Jefe de Policía de Montevideo calcula que en Montevideo existen 50 mil delincuentes, los cuales son combatidos por unos 6.600 policías. Mientras tanto, y para agravar aun más este panorama, al Parlamento le pareció una buena idea recoger la propuesta del ministro del Interior y liberar presos que aún debían purgar el resto de su condena.
Desde el gobierno se pretende minimizar la realidad recurriendo a estadísticas que poco tienen que ver con lo que está ocurriendo en las calles. Sacar conclusiones sobre las cifras de presos liberados por la mencionada ley que volvieron a prisión, resulta un ejercicio equivocado y con intencionalidad, porque parece reflejar un cierto éxito cuando en realidad solamente considera a aquellos delincuentes reincidentes que fueron capturados.
Dada la ola de delitos que se registra —aunque se la intente ocultar—, hay que ser muy ingenuo para suponer que la desbordada policía ha capturado a todos los reincidentes. Y qué decir del desesperado reclamo de los vecinos de algunas barriadas montevideanas que se registra todos los días en los medios.