Izquierda y voto desde el exterior

En la propuesta de bases programáticas que presentó para las próximas elecciones de 2024, el Frente Amplio (FA) decidió tomar como una acción prioritaria de su gobierno “garantizar a todos los uruguayos y uruguayas, sin importar su lugar de residencia, el derecho al voto”.

A esto se sumó una reciente carta de residentes frenteamplistas en el exterior al presidente del FA, que no solamente presiona para dar más relevancia al tema, sino que además sugiere que se puedan reintegrar al padrón electoral todos los electores suspendidos mediante una mera solicitud a la Corte Electoral por la vía de la autoridad consular correspondiente.

Se trata de un tema relevante por dos motivos. En primer lugar, toda la izquierda parece olvidar que hubo un pronunciamiento popular, claro y contundente en 2009 en contra de este voto de uruguayos en el extranjero. En efecto, la hoja plebiscitada expresaba: “Voto por Sí el proyecto de Reforma Constitucional que permite el voto epistolar (por correspondencia) desde el exterior de la República y faculta a la Corte Electoral para instrumentar otros procedimientos”. Menos del 37% votó por Sí, es decir que el pueblo uruguayo, frente a esa opción, prefirió no apoyarla, es decir prefirió decir que No, en una proporción enorme de casi dos de cada tres ciudadanos.

No es que el pueblo solo se expresó en contra del voto epistolar, como interesados y malintencionados actores izquierdistas quieren hacerlo creer desde la Institución de Derechos Humanos. La verdad es que lo hizo contra ese tipo de voto y también, en el mismo texto, contra la facultad que pudiere tener la Corte Electoral -es decir, el órgano específico que en nuestra democracia se ocupa de estos asuntos- para instrumentar otros procedimientos, cualquiera fueren ellos como, por ejemplo, el voto consular. En concreto, la voluntad que muestra la izquierda de insistir sobre algo claramente laudado por el pueblo, y además de relativizar ese mandato popular dando a entender que solo hubo manifestación acerca del voto epistolar, es tan profundamente antidemocrática como mentirosa.

En segundo lugar, la izquierda está mostrando su voluntad de quitar seguridades al libre ejercicio del voto relativizando las enormes garantías que nos dimos hace prácticamente un siglo para que reinara la transparencia del sufragio. En efecto, la sugerencia programática de dar a los consulados en el exterior la posibilidad de rehabilitar a ciudadanos que fueron suspendidos del padrón electoral por no haberse presentado a votar en las últimas dos elecciones, es muy peligrosa porque hace ingresar a un delegado del Poder Ejecutivo en todo el proceso electoral.

Todo el Frente Amplio parece olvidar que hubo un pronunciamiento popular, claro y contundente en 2009 en contra de este voto de uruguayos en el extranjero. Menos del 37% votó por “Sí”.

La Corte Electoral, que tiene integración partidaria plural y total independencia del Poder Ejecutivo, tiene su padrón propio de ciudadanos para el ejercicio del voto que es manejado por funcionarios de esa institución. Hacer ingresar en ese proceso a funcionarios del Ejecutivo, como son los funcionarios consulares en el extranjero, abre la puerta a presiones y manejos políticos que puedan darse desde ese mismo Ejecutivo con el objetivo de buscar favorecer a su campo político a través de fraudes electorales.

No se trata de extender aquí un manto de sospecha sobre los cónsules de la República. Se trata de entender que para que el sistema funcione con transparencia y garantías para todos, pero sobre todo para la oposición al gobierno de turno, hay que fijar reglas de juego que impidan la posibilidad de que actores interesados del Ejecutivo puedan inmiscuirse en la formación nada menos que del padrón electoral de nuestra democracia. Y precisamente eso, esa partidización potencial y gravísima, es lo que está sugiriendo una parte del FA que se lleve adelante a partir de 2024 de manera de habilitar el voto de los uruguayos en el exterior: algo sobre lo cual, además, el pueblo uruguayo ya laudó negativa y contundentemente en 2009.

Todo este asunto no parece ser prioritario en el debate político que se viene. Sin embargo, es sustan- cial porque hace a nuestras bases democráticas inmaculadas, esas que son la envidia de los países de la región ya que fundan la confianza ciudadana en nuestras instituciones y en nuestros resultados electora- les que, por lo demás, han sido reñidos en varias ocasiones de los últimos 30 años.

Es por ello que la Coalición Republicana debe señalar esta deriva de la izquierda: hay que desenmascarar su voluntad antidemocrática y su ataque a las garantías del voto de los uruguayos.

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