Si algo se le debe reconocer al nuevo Frente Amplio modelo 2022 es su coherencia a la hora de actuar con una enorme mezquindad política hacia el país en todos los casos. Los ejemplos sobran, desde el caceroleo contra el gobierno a pocos días de comenzada la pandemia, todavía nadie sabe por qué razón, claramente marcando un tono de acción política desconocido en el Uruguay.
En estos días hemos tenido nuevos casos que no pueden sorprender a nadie. El Ministerio del Interior convocó a una mesa para generar un Programa de Seguridad Integral y Preventivo invitando a todos los partidos políticos. Todos concurrieron a la primera reunión, como es de esperar en un país civilizado, menos el Frente Amplio, que pese a ser invitado con suficiente anticipación declaró que no había tenido tiempo de analizar el tema.
Demostrando, nuevamente, la amplitud de criterio adoptada, se volvió a repetir esa primera reunión con un representante del Frente Amplio cuando esa colectividad política finalmente se decidió a participar.
En esta instancia se plantearon los temas de análisis, el alcance de la propuesta, formas de trabajo y algunas propuestas, lo que es más que razonable para comenzar el trabajo de la mesa.
Sin embargo, rompiendo el clima de trabajo y el espíritu de la convocatoria, apenas abandonó la reunión Gustavo Leal, contrariando su apellido, armó un circo para destratar a los participantes de la reunión y al propio Ministerio del Interior, con expresiones de duro calibre impropias de lo que hasta hace poco era la tradición política nacional. No vale la pena repetir los epítetos de Leal, seguramente debe estar pasando unas fiestas muy amargas a juzgar por su seño y falta de templanza y decoro.
Alcanza con mencionar las palabras con que le contestó el representante colorado de la mesa, Andrés Ojeda, para describir la situación: “Fue a justificar su salida a la prensa” y agregó “Si el gobierno le decía 'tenemos la cura del cáncer’, igual iba a salir a decir lo que dijo”.
El Frente Amplio ha planteado una y otra vez sus discrepancias con las políticas de seguridad del actual gobierno, pese a que los resultados claramente han mejorado desde 2020. Una vez que el gobierno lo convoca a participar de una instancia para realizar propuestas en conjunto, solo va a escupir el asado y salir a vituperar al anfitrión.
Lamentablemente el principal partido de la oposición ha deteriorado progresivamente el clima de convivencia entre los partidos, esta ha sido una estrategia deliberada, en la línea de cuanto peor mejor de sus peores épocas sesentistas.
Lo mismo es lo que está haciendo la coalición de izquierda con el proyecto de reforma de la seguridad social. Desde el primer momento se plantaron en contra de una reforma que el propio Frente Amplio reconoció en el período anterior que era indispensable realizar en el actual período. En la propia Comisión de Expertos el Frente Amplio trancó desde el primer momento con sus representantes, votando incluso en contra del informe diagnóstico que era una mera descripción científica y profunda del estado del sistema.
El largo proceso contó con un llamado “diálogo social” en que se recibieron más de cien delegaciones, algunas más de una vez y luego la actual discusión parlamentaria en el Senado volvió a contar con el aporte de más de ochenta delegaciones. Aún así, y luego de tanto tiempo de trabajo por parte de expertos, políticos y organizaciones sociales, se reclama por el proceso, insólita e hipócritamente.
Si de alguna forma puede describirse la reforma es esencialmente como moderada, gradualista y sensata, lejos de cualquier radicalismo.
Incluso en cuanto a los aportes se cambian en beneficio del BPS y en detrimento de las Afaps. Y, sin embargo, el Frente Amplio salió a criticar la reforma acerbamente, dando una discusión estridente y plagada de mentiras, en lo que ya es su modus operandi definido.
Por si faltara algún gesto de mezquindad, en el día de ayer al oficialismo le faltaba un senador para alcanzar el quórum necesario para levantar el receso, el de la senadora Gloria Rodríguez que se recuperaba de una operación.
Los senadores frentistas decidieron “no dar quórum” hasta que llegara Gloria Rodríguez, lo que obligó a la legisladora a apurar su comparecencia pese a no estar en las mejores condiciones. Eso ya no se trata de un tema ideológico, es simplemente un acto despreciable de falta de la más mínima humanidad con un compañero de trabajo.
En definitiva, el Frente Amplio cierra el año con plena coherencia mostrando lo peor que puede mostrar el ser humano y la actividad política.