En tono vehemente y apasionado

Las redes se llenaron de mensajes que expresaban el orgullo de ser uruguayos y la satisfacción de que alguien expresara tan bien esa forma de sentirnos parte de un país como el nuestro.

Lo curioso es que la Copa América pasó hace ya tiempo, todavía falta para el próximo Mundial y la llama olímpica en París se apagó hace semanas. No había ninguna gloria deportiva en el horizonte que hiciera pensar que esa era la causa de tanto orgullo, de sentirse bien representado como uruguayos, tal como suele ocurrir en esas ocasiones.

¿Qué cosa motivó ese sentido de orgullo? El embajador uruguayo ante la OEA, Washington Abdala, había pronunciado ante el Consejo Permanente de ese organismo un vehemente discurso de inequívoca condena al dictador venezolano. Lo hizo con tal fuerza, con tal lucidez y pasión, que muchos uruguayos sintieron que expresaba lo que sienten acá quienes creemos en la democracia, los derechos y la libertad.

Por eso se viralizó en las redes y se reprodujo en otros medios de la región.

“Señor, respete el resultado que es evidente, empírico, fáctico y ganó Edmundo González Urrutia” clamó Abdala, “¿Qué es lo que usted no entiende, señor Maduro?”

“¿Qué creen? ¿Que hay 8 millones de venezolanos que salieron a hacer turismo por el mundo?”, ironizó.

“Estamos ante una dictadura oprobiosa. Estamos ante lo peor que le ha pasado al continente en mucho tiempo y esto lo tenemos que enfrentar sin mucha retórica”, dijo.

Habló con tono fuerte, vehemente y por eso al terminar sostuvo: “El tono es este, pasional, y pido disculpas, pero no hay mucho espacio más y habrá que seguir insistiendo. Si tenemos que sesionar 20 días habrá que seguirlo haciendo y decirle al dictador: ‘señor, se tiene que ir de ahí, ya no lo respalda nadie.’”

Tanto fue así, que desde algún rincón de Venezuela donde los ganadores luchan por su vida y la de sus compatriotas, Edmundo González Urrutia conversó con Abdala y le agradeció en nombre de los venezolanos su brillante intervención. “No estamos solos, la región nos acompaña” afirmó el presidente electo. Es que la valiente y solidaria expresión del representante uruguayo en el seno del Consejo Permanente, conmovió sin dudas.

Desde el primer momento esta fue la clara posición uruguaya, expresada sin titubeos por el presidente Luis Lacalle Pou, por el ministro Omar Paganini, por los representantes uruguayos en todos los ámbitos internacionales. Una posición sentida por todos los uruguayos con convicción democrática y de respeto a los derechos humanos y a la libertad.

Parte de la vehemencia del discurso de Abdala podría explicarse por hablar ante algunos embajadores que insisten en manejar textos tibios, que si bien no condonan lo que Maduro hace, quieren ofrecerle una salida decorosa.

Como se sabe, las salidas decorosas hasta ahora solo le permitieron comprar tiempo y consolidarse con más dureza. Por eso hubo en la intervención de Abdala un tono de urgencia, de insistencia: “ Si tenemos que sesionar 20 días habrá que seguirlo haciendo”.

Las palabras de Abdala fueron un grito contra la tibieza. La tibieza de quienes estando en contra del descarado fraude de Maduro, miden hasta donde presionar. Pero también fue un grito contra la cínica frialdad de quienes siempre negaron que el chavismo fuera una dictadura y ahora ante la evidencia se hacen los indiferentes, quizás esperando que las cosas se enfríen para volver a apoyar el régimen.

¿O qué otra cosa es esto que está haciendo el desprestigiado Pit-Cnt, con Marcelo Abdala a la cabeza?

Después de innumerables viajes a Caracas, donde se reunieron con el propio Maduro, encandilados y sumisos ante su presencia, le dieron su total apoyo en representación de todo el pueblo uruguayo. ¿Esos ahora dicen que el asunto ya no es una prioridad en la agenda de temas de la central sindical? ¿Y esperan que la gente lo deje pasar como si nada?

Para un país como Uruguay que vivió una dictadura, y que muchos de quienes fueron perseguidos encontraron refugio en aquella democracia que aún vibraba en Venezuela, las palabras del embajador ante la OEA cobraron mucho sentido. Porque lo de Venezuela es también una advertencia de lo que acá no debe repetirse. Llevamos 40 años de continuidad democrática y estabilidad institucional, de convivencia en libertad. No ha sido fácil, pero es una experiencia que no puede echarse por la borda. Entender esto explica por qué es tan importante solidarizarse con los venezolanos en lo términos que lo hizo Abdala.

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