La idea de que ciertos temas se parecen en los programas de la Coalición Republicana y el Frente Amplio, está siendo usada por frentistas para atraer votos a favor de Orsi. Sin embargo diferencias hay, y muchas, como lo demuestra el Frente al insistir con la eliminación de las AFAP y de volver a la edad de retiro de 60 años, pese a que en ese tema hubo discrepancias internas y el resultado del plebiscito puso punto final al asunto. Lo grave, la diferencia aún más profunda y sustancial, es que esta no es la primera vez que el Frente pasa por alto lo votado en una consulta popular e insiste en imponer sus puntos de vista pese a que la gente le dijo que no.
Una nota publicada en El País la semana pasada señalaba una aparente coincidencia en lo referido a la seguridad. Quizás ese parecido lleve a algún distraído a decir que da lo mismo Orsi que Delgado. Eso querría el Frente en su esfuerzo para remontar la diferencia de votos.
Habrá quien encuentre que ambos programas dicen lo mismo. La diferencia entonces no está en lo que dicen sino en cómo piensan. Para el ciudadano no solo se trata de ver en esos breves enunciados “qué” harán en caso de ganar, sino “quién” lo hará y “cómo” lo hará.
Para dar una respuesta creíble a ese “quién y cómo”, Orsi anunció hace meses quién sería su ministro de Economía en caso de ganar. Sin embargo, desde el día del anuncio hasta la fecha, corrió mucha agua bajo el puente y hubo contramarchas que desmonetizaron el valor inicial de Gabriel Oddone. Ahora Orsi afirma que quiere considerar los reclamos del Pit-Cnt en su fallido intento de cambiar la Constitución en el tema de la seguridad social. Él, que dijo que no votaría ese plebiscito y Oddone, que con un centenar de economistas frentistas demolió la propuesta sindical. El Oddone que traía tranquilidad a los mercados, termina atado a los caprichos de los sindicalistas que son los que mandan en el Frente Amplio.
En el caso de las propuestas de seguridad, más allá de las supuestas semejanzas, los hechos demuestran lo contrario. Le costó a este gobierno mejorar la alarmante situación de inseguridad con que se encontró cuando asumió. Y pese a sus esfuerzos, queda todavía un largo camino a recorrer.
La verdad es que la situación encontrada fue la que construyó el gobierno frentista que lo antecedió; una en que el delincuente era más importante que la víctima, donde no hubo interés en confiar en la Policía y donde el concepto de “reprimir” no existía. Así fue que el negocio de la droga creció y las bandas se volvieron más violentas. Todo gracias a una visión sobre la seguridad, muy distinta a la de la Coalición Republicana, y que ahora, con enorme esfuerzo, se intenta revertir.
¿Dónde están entonces los parecidos? ¿Por qué cinco años después debemos creerle al Frente que dice tener una mejor solución a un tema que no le interesó cuando fue gobierno?
Mientras tanto la Coalición Republicana, con los mejores asesores de cada partido socio, pretende mejo-rar lo realizado, avanzar en lo que quedó pendiente, corregir y actuar, sobre la base de que para eso es necesario confiar en la Policía y fortalecerla.
Se trata no solo de aceptar una propuesta en lo conceptual, sino en hacerlo a partir de la confianza que generan las personas que aplicarán esas propuestas. Confianza en quien estará al frente del nuevo gobierno, en su capacidad y claridad para exponer sus objetivos, en los equipos que pondrán en marcha las políticas acordadas, con genuino interés de corregir los problemas y de dirigir al país hacia un desarrollo productivo que genere la riqueza que mejorará la vida de cada uruguayo. Confianza en quien ante las inevitables situaciones de emergencia que surgirán, responda con lucidez, serenidad y aplomo para conducir el país en esas encrucijadas.
Ahí se ven las profundas diferencias. Basta recordar cómo este gobierno, integrado entre otros por Álvaro Delgado, enfrentó ese oscuro túnel que fue la pandemia… y cómo salió de él. Comparado con los disparates que se proponían desde un Frente Amplio que jugó un rol negativo y desleal desde la oposición.
Insistirán con los parecidos pero no los hay. Al gobernar, unos se tomaron en serio situaciones que otros subestimaron. En unos hubo genuina convicción y conocimiento certero, en otro un desmedido ideologismo.
Las diferencias son profundas y por eso importa saber a quién confiamos la tarea de hacerse cargo de los asuntos que afectan al país y quién hará mejor esa tarea.