El fin de semana comenzó oficialmente la campaña de la intendenta de Montevideo, Carolina Cosse, para su precandidatura en las elecciones internas del Frente Amplio, disfrazada como los 300 años de la Fundación de Montevideo en este 2024.
Obvio que la prioridad de Cosse no es homenajear a Bruno Mauricio de Zabala y las familias que con él vinieron a esta bahía, por más que ha agitado un coro de obsecuentes o burros “historiadores” de la academia frentista para defender un disparate mayúsculo. Su verdadero objetivo son las elecciones internas de junio y a derrotar allí a sus adversarios del FA, sobre todo a Yamandú Orsi, para luego encabezar a su partido en las elecciones nacionales de octubre, donde se juega la presidencia de la República con el candidato de la Coalición Republicana.
La preocupación de Cosse se ha agigantado por la duplicación reiterada en la intención de voto que tiene Orsi en todas las encuestas de su partido, que se han realizado el último año. Invariablemente mantienen una holgada ventaja.
Vayamos por partes, porque en este caprichito de la intendenta de Montevideo se manosea la historia nacional y se la utiliza para buscar votos en forma de festejos. Veamos la columna del viernes del Dr. Leonardo Guzmán y la reproducción de los documentos que se obtienen simplemente por Internet:
“De Aranjuez, a 16 de abril de 1725. Yo, el Rey”: con este lugar y esta fecha terminó Felipe V la carta que dirigió al “teniente general don Bruno Mauricio de Zabala, gobernador y capitán general de la ciudad de la Trinidad, y Puerto de Buenos Aires, en las provincias del Río de la Plata.” El monarca repasaba las vicisitudes vividas por Zabala para enfrentar a los portugueses, que procuraban expandirse desde su enclave en Colonia del Sacramento, por una cláusula del Tratado de Utrecht, de 1717.
Le elogia a Zabala “que, viendo se querían establecer en nuestros dominios, tuvisteis por indispensable oponeros con todo rigor, para evitar las consecuencias que resultarían de hacerse dueños de tan importante puesto”.
Reconoce “la necesidad que había” no solo “de remitiros gente de guerra de España, por la poca con que os hallabais para cubrir tantos puestos”, sino también “lo mucho que convenía el poblar de familias aquel puesto; pues, aunque lo habíais solicitado con eficacia con el cabildo, no se había podido conseguir por falta de familias”.
Y enseguida establece. “Visto en mi Consejo de las Indias, con todo lo demás que sobre este asunto expresáis… He resuelto, con reflexión a todo, manifestaros la aceptación con que se han recibido estas noticias, y lo digno de aprobación que ha sido todo lo que en esto habéis ejecutado… Y atendiendo a la importancia de mantener los puestos de Montevideo y Maldonado, de forma que ni portugueses ni otra nación puedan apoderarse de ellos, he resuelto así mismo pasen… 400 hombres… con armas y vestidos… Y para que se puedan poblar los dos expresados puestos de Montevideo y Maldonado, he dado las órdenes convenientes para que en esta ocasión se os remitan en dichos navíos de registro 50 familias, las 25 del reino de Galicia, y las otras 25 de las islas de Canarias.”
Si el rey ordenó en abril de 1725 apoyar un fuerte mal guarnecido y poblar las tierras eriazas que rodeaban la Bahía de Montevideo y si ese documento se editó en 1836 y hoy se lee en Internet, resulta intolerable que se ponga a nuestra Muy Fiel y Reconquistadora a celebrar 300 años que no cumplió.
Revelada la superchería, los voceros del engendro responden que hubo un proceso fundacional. La blanduzca palabra “proceso” eclipsa el heroísmo defensivo por el que, con denuedo de la voluntad, se fundó Montevideo, gracias a un hombre de armas que evidenció visión de estadista antes de que tuviéramos Estado. Ese heroísmo debería exaltarse, con poco gasto, en vez de obstruir el tránsito en arterias principales y derrochar fortunas en conmemorar una falsedad histórica.
Hasta ahí, Leonardo Guzmán.
Pero hay más. La intendenta Cosse tiene un feo antecedente de lo ocurrido cuando fue presidente de Antel y lanzó la construcción del Antel Arena. Expresó que su costo sería del orden de los 40 millones de dólares, luego treparon a 55 millones de dólares y finalmente se anunció que habían sido 80 millones de dólares. Pero la auditoría que se estableció en este gobierno fija el precio final en 119.721.147 de dólares. Ochenta millones más de lo que se había anunciado inicialmente.
¿Cuánto costará el falso cumpleaños de Montevideo en este año electoral que se inicia?