De la inacción a la regresión

Hasta el momento los observadores de la realidad política se mostraban muy preocupados por cierta inacción de parte del gobierno. El “no pasa nada” se convirtió en una definición de cual era el estilo no solo del presidente Yamandú Orsi, sino de su equipo.

Quedaba la sensación de que no se tenía nada previsto, que no había ningún plan de acción ni una orientación clara de hacia donde ir.

En realidad, nada de llamativo había en eso si se considera que la campaña electoral frentista de 2024 fue en similar tono. No hubo propuestas, ni proyectos, ni planeas. El Frente Amplio nunca explicó con claridad lo que pensaba hacer. El propio Orsi como candidato a presidente se expresaba con una ambigüedad alarmante. Sus respuestas a los periodistas eran muy vagas.

Sin embargo, la sensación de tener un gobierno que no hace nada está cambiando, pero no para mejor. Parecería ser que la mejor manera de no hacer nada, es retroceder, es volver a lo que había antes, es pensar que un retorno al comienzo de siglo es mejor.

Poco a poco distintos analistas políticos observan con atención este fenómeno y lo subrayan. Una primera señal fue cuando el Ministro de Educación y Cultura dejó sin efecto un decreto del ministro anterior, que otorgaba más libertad a las universidades privadas instaladas desde hace ya un tiempo. No les daba la autonomía casi absoluta que goza la Universidad de la República, pero sí les concedía más espacio para tomar decisiones sin tener que recurrir a los burocráticos procesos que imponía el Ministerio.

Eso fue borrado de un plumazo por el actual ministro en una decisión casi imposible de aplicar. Es que una cosa es decir que se vuelven a las normas de hace 15 años y otra es suponer que las universidades privadas están en la misma situación que hace 15 años. Por su propia esencia, una universidad vive en permanente movimiento, cambiando sus enfoques de acuerdo a los nuevos adelantos, a las demandas, a los cambios que se procesan en una sociedad.

Cruje, por lo tanto, la marcha atrás decidida por el oficialismo. Va a contramano de los tiempos vividos y en consecuencia se vuelve profundamente conservadora y retrasa procesos que el país no se puede dar el lujo de frenar.

Sucede lo mismo con las otras ramas de la educación. Cuando asumió el gobierno de la Coalición el estado de la educación primaria y secundaria era deplorable. Había una crisis tremenda que se había convertido en el tema del día. Una de las razones de tal deterioro se remonta a la ley aprobada tras lo resuelto por un congreso educativo realizado durante la primera presidencia de Tabaré Vázquez que solo se dirigió a aumentar las cuotas de poder de los sindicatos. Querían más poder, pero no ir a la sustancia. La LUC resolvió eso eliminando la dirección colegiada de las diferentes ramas de la educación. Sobre eso ahora se quiere volver atrás, y la idea es devolverle el poder a los sindicatos, solo para tenerlo aunque no hagan nada más que daño con el. Será un retroceso hecho con los ojos abiertos porque lo que quizás no se sabía en 2005 hoy sí se sabe.

Lo mismo sucede con la decisión de no hacer la planta potabilizadora en Arazatí.

El gobierno retrocede sobre el proyecto por la simple razón de que no era una iniciativa suya y vuelve a apostar a Casupá. El problema es que ahora hay cartas a la vista que no estaban antes. La implacable sequía de 2023 que obligó a tomar medidas extremas para abastecer a Montevideo y a la zona metropolitana, fue una clara señal de que no se podía confiar en una única fuente de agua. Arazatí ofrecía una salida. Casupá implica que ante otra sequía como aquella, el drama se repite.

La lista podría seguir. El domingo el senador Javier García se refirió a esta situación en su columna en nuestro diario. Le puso nombre al fenómeno: “el regresismo”. En su texto analiza cinco ejemplos de esos retrocesos y son realmente alarmantes.

El tema es preocupante. Aún en su ritmo parsimonioso, el país siempre avanza y dio pasos importantes durante el período pasado. Derogar lo hecho para volver hacia atrás es muy dañino porque esos retrocesos se refieren a medidas adoptadas en un tiempo en que la realidad era otra. Por lo tanto se produce un desencuentro. Se regresa a las medidas pero dejó de existir el terreno donde aplicarlas. La realidad cambió, lo que valía entonces ya no está.

Por eso, estas políticas adoptadas son más que conservadoras. Son regresivas. Nos retrotraen a un tiempo y a un país que no es el actual.

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