Apuntes de campaña

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Los resultados de la segunda vuelta electoral dejan mucho material para el análisis. Ciertamente hay que esperar a procesamientos más profundos para tener el panorama completo, como por ejemplo dónde estuvo la fuga de votos de la Coalición Republicana. Pero en cualquier caso hay algunos aspectos que pueden comentarse desde ya y en los que vale la pena detenerse.

Una primera constatación es que estas fueron las primeras elecciones realmente competitivas en muchos años. Las elecciones de 2004, 2009 y 2014 fueron ganadas por el FA y los partidos de la oposición no tuvieron nunca la menor chance, las tendencias electorales y demográficas eran por demás contundentes y no podía dar pelea ni Mandrake.

Las elecciones de 2019, por el contrario, estuvieron pautadas por un ambiente de cambio que se manifestó en un contundente 55% de los votos en favor de la Coalición Republicana y que permitió la derrota frentista.

Estas elecciones pudo haberlas ganado cualquiera de los dos bloques y la diferencia de menos de 4 puntos entre ambas opciones lo deja en evidencia. Es cierto que las encuestas mostraban desde hace tiempo un favoritismo del Frente Amplio y, en particular, de Yamandú Orsi, pero dentro de márgenes que permitían dar pelea.

Desde la campaña de las internas en adelante las estrategias de ambos bloques parecían ser bastante coincidentes: posicionamiento centrista, pocas propuestas de modificar ningún aspecto sustantivo y la intención de hacer pocas olas como si ambas opciones pensaran que iban ganando. Lógicamente esta estrategia tenía más sentido para los frentistas que los coalicionistas.

Algunos dirigentes nacionalistas por estas horas apuntaron contra la conformación de la fórmula presidencial blanca, en clara alusión a la elección de Valeria Ripoll como candidata a la vicepresidencia. No parece haber sido un factor decisivo, los vicepresidentes nunca lo son, pero es cierto que el Partido Nacional se pasó más de un mes luego de las internas explicando una decisión que dejó molesta a buena parte de la base del partido y que demoró más de la cuenta el comienzo de la campaña necesaria para enfrentar la elección de octubre.

También puede apuntarse a que el posicionamiento político no fue suficientemente contundente como para enfrentar a una oposición que pretendía no entablar debates, no contestar los ataques y simplemente hacer tiempo. Con un gobierno exitoso en todos los indicadores y un presidente de la República de alta popularidad y reconocimiento internacional, se debió apelar mucho más al liberalismo pragmático que representó la libertad responsable.

Es de lamentar, adicionalmente, que la estrategia de oposición sin tregua que desarrollo la oposición resulte exitosa, porque ambienta la idea de que es el tipo de oposición que resulta exitosa. Estar en contra hasta de la mejora de los planes sociales fue una actitud profundamente mezquina por parte del frentismo que no fue capaz de darle un vaso de agua, ya no al gobierno sino al país, incluso durante la pandemia. Habrá que ver como se arma la oposición y que actitud toma a este respecto, con la esperanza de que prime un espíritu más patriótico del que primó con el Frente.

La Coalición Republicana demostró su fortaleza en el gobierno y en su actuación unida durante la campaña electoral y sería deseable que continúe de esa forma en la oposición, como parecen querer los dirigentes blancos, colorados e independientes, aunque no así los cabildantes. En cualquier caso, parece necesario fortalecer la herramienta e ir yendo progresivamente hacia mayores niveles de coordinación con quienes estén dispuestos a transitar ese camino.

El análisis más profundo de lo ocurrido el domingo requiere más tiempo y más información, pero como apuntes preliminares lo expuesto apunta a descubrir algunas pautas de lo necesario para que la Coalición Republicana, ojalá que con un nombre más atractivo, logre posicionarse bien para las elecciones de 2029. Las acusaciones cruzadas y los ataque a quienes dieron la batalla no tienen sentido, por el contrario, debe reconocerse el esfuerzo, particularmente de Álvaro Delgado, durante toda esta etapa.

Es tiempo de pensar cómo pararse frente a un gobierno que por las características de su presidente, su falta de mayoría en el Parlamento y la falta de ideas y de equipo no parece probable que sea exitoso. Y, sin dudas, entender que lo primordial será la defensa de la Libertad que se escribe con mayúscula.

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