Ahuyentar a los ricos

Es cierto que el Frente Amplio (FA) tiene varios sectores y que parte de su disputa ideológica interna pasa por ver hasta qué punto se corre el eje de las políticas gubernamentales hacia la izquierda. Esa puede ser una forma de interpretar los debates que han ocurrido en torno a aumentar los impuestos para el 1% más rico de los uruguayos, o incluso el proyecto, que se confirmará en el envío del presupuesto al Parlamento, de poner impuestos a los depósitos de uruguayos en el exterior.

Sin embargo, esa explicación frenteamplista -centrada y partidista- dependiente deja de lado principios de realidad que son tan importantes como evidentes para cualquiera que tenga responsabilidades de gobierno y que entienda un poco cómo está evolucionando la región.

Ya ni siquiera es preciso asumir algo bastante básico y que cuenta con varios antecedentes internacionales -el más reciente, en Gran Bretaña, con la salida de miles de residentes de altos ingresos por causa de un pretendido impuesto del gobierno laborista-, como es que las personas con altos ingresos pueden hacerse de mecanismos a nivel internacional para eludir fiscos que pretendan aumentar cargas impositivas a sus cuantiosos capitales. Alcanza, simplemente, con prestar atención a lo que ocurrirá en los escenarios políticos de Argentina y de Chile en la próxima primavera para calibrar hasta qué punto hay una parte importante de la izquierda que vive totalmente encerrada en sus laberintos ideológicos.

En efecto, lo más probable es que tanto en Chile como en Argentina las urnas den mayorías a partidos más afines a los actores económicos privados. Para el caso de Chile, el triunfo presidencial de José Antonio Kast pronosticado por todas las encuestas terminaría con las iniciativas más izquierdistas en lo social y económico de las administraciones pasadas de Bachelet y de la actual de Boric. En ese esquema, el país trasandino procurará volver a ser un destacado destino para inversiones internacionales en la región, sin amenazas hacia los más ricos y con la voluntad de captar capitales y residentes que ayuden a su crecimiento económico.

Para el caso de Argentina, un triunfo de Milei en las legislativas de octubre, que todas las encuestas hoy en día definen como lo más probable, daría un empujón muy importante a la segunda etapa de su plan de gobierno. Luego de la estabilización exitosa, que acabó con la hiperinflación, bajó la pobreza y ordenó el presupuesto nacional, la todavía frágil situación argentina precisa en efecto de un enorme impulso de agentes económicos privados que radiquen inversiones en la vecina orilla.

Si el pueblo argentino da la señal política correcta en la próxima cita electoral legislativa nacional, entonces muchos de los que en estos años kirchneristas decidieron irse de su país, y que en algunos casos incluso recalaron en Uruguay atraídos por un plan seductor para fijar residencia entre nosotros, evaluarán la posibilidad de volver, esperanzados en cambios de largo aliento en un sentido pro-mercado y pro-inversores. Es decir que mientras que en Argentina la política haría de gran llamador para agentes privados con capacidad de inversión, al mismo tiempo en Uruguay el gobierno de izquierda estará evaluando poner más impuestos a sus residentes por depósitos e inversiones en el extranjero.

Parece difícil definir iniciativas política y simbólicamente más torpes que las que se están discutiendo hoy en día dentro del gobierno con relación a quiénes tienen más dinero y cómo aumentarles impuestos. No solamente porque se trata de ademanes que terminan siendo totalmente ineficientes para los fines que dicen procurar. Sino porque ponen en tela de juicio un poderoso atractivo de nuestro país que radica en ser refugio de grandes capitales históricamente maltratados en la región. Lo que debiera de estar definiendo nuestro gobierno es cómo hacer para que, a pesar de esas evoluciones competitivas tanto en Chile como en Argentina con relación a la atracción de capitales externos, la plaza uruguaya se mantenga tan o más atractiva en el sentido de mayores inversiones y seguridad para un sector clave de la economía internacional.

En estos lustros hubo una mirada condescendiente que aceptó las tonterías izquierdistas como una especie de folclore nacional. Hoy eso es un error, ya que un triunfo de Milei en octubre terminará siendo el fin del protagonismo kirchnerista, y por tanto la apertura de Argentina como gran competidor de inversiones. Una situación así no admite amateurismos uruguayos.

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