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¿Quién paga la cuenta?

El Ciudadano | Montevideo
@|En Uruguay, hablar de política es, invariablemente, hablar de gasto. De déficit, de préstamos, de más impuestos. Nunca se habla de lo obvio: la necesidad de ahorrar, de priorizar, de gastar con responsabilidad.

El discurso dominante repite que “faltan recursos”, pero nunca se pregunta en qué se está gastando lo que ya se tiene. ¿Por qué nadie en el sistema político dice que el Estado debe ajustarse como cualquier familia uruguaya? En una casa, se gasta lo que se tiene. Se ahorra para los momentos difíciles. Se prioriza. No se gasta primero y después se ve cómo se paga.

Pero en la política uruguaya se hace al revés. El Estado diseña primero un presupuesto gigantesco, lleno de gastos superfluos, ideologizados, clientelistas. Después, vienen por tu bolsillo. Aumentan impuestos, crean nuevos, endeudan al país, y reparten culpas. Todo, para financiar un gasto que no prioriza al ciudadano de a pie, sino a las estructuras que se alimentan del sistema.

Esta mentalidad también domina las Intendencias, donde el gasto desmedido es ley. Cuando están en manos del Frente Amplio, nadie puede frenar la locura de dilapidar millones en ciclovías que nadie pidió o en pintar los asientos del Teatro de Verano, mientras los barrios siguen con calles destruidas, sin alumbrado y sin seguridad.

El Frente Amplio ha llevado esta lógica al extremo. Gasta sin control, aplica políticas asistencialistas que perpetúan la dependencia, y despilfarra recursos en agendas ideológicas que no resuelven los problemas reales del país. Así se construye un Estado elefantiásico que exige agradecimiento a cambio de migajas, mientras empobrece a los que trabajan, producen y se esfuerzan.

Uruguay no necesita más gasto. Necesita más responsabilidad, más eficiencia, más respeto por el dinero de su gente. Necesita dirigentes que se animen a decir: no todo se puede pagar, no todo es urgente, y el dinero no crece en los árboles.

¿Quién paga la cuenta? La pagás vos. La pagan los trabajadores, los emprendedores, las pymes, los jubilados. La pagan los que no piden nada, pero sostienen todo.

La opción está en la Coalición, sí, pero sobre todo en impulsar el control ciudadano sobre un sistema corrupto que está siendo obligado a cambiar por la presión de una ciudadanía que no se rinde. Porque el verdadero poder nace de la gente honesta que no se calla ni se resigna.

Es hora de decirlo claro: el Estado debe gastar menos, gastar mejor, y respetar al que produce.

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