Jorge R. Vilaboa | Montevideo
@|El domingo se votó en Uruguay, y una vez más los ciudadanos que viven en el exterior no han podido hacerlo, desde o en donde residen. Aunque no están impedidos de votar, pues si viajan, nada se los prohíbe.
Eso establece una diferencia irritable, entre los que están en condiciones de pagar su pasaje y los que no pueden. Y es esa una primer diferencia, que aumenta según la distancia.
Argentina (Buenos Aires, concretamente) está cerca y el gasto es relativamente accesible, pero pensemos en los que viven en Suecia, Australia, España, Estados Unidos, etc.; ahí la cosa cambia radicalmente, en dinero y tiempo.
Todo esto consagra una discriminación económica nada democrática. Tema que ya ha sido plebiscitado anteriormente, con resultado negativo.
Igualmente, el nuevo gobierno debería tenerlo en cuenta.