Marcello Brienza | Montevideo
@|En el día de hoy, los blancos conmemoramos una magna fecha. No es una jornada común, sino que es el día donde irrumpe gloriosa y altiva la divisa blanca, la que distinguía a todos aquellos orientales dispuestos a defender las Instituciones.
Un 10 de agosto de 1836, el Presidente constitucional, electo por la unanimidad de la Asamblea General, decide que los funcionarios militares, policiales y demás empleados públicos debían usar una divisa blanca con la leyenda “Defensor de las Leyes”. Como antecedente, el Brig. Gral. Manuel Oribe tomó la identificación de las cintas que lucieron las fuerzas del Gral. José Artigas en la batalla de Las Piedras, el 18 de mayo de 1811.
Muchos historiadores han sostenido que los dos bandos tradicionales, blancos y colorados, se encontraban perfilados desde mucho antes. Al menos, en la década del veinte del siglo XIX estaban perfilándose como tendencias, en base a una concepción de la tierra oriental en el contexto americano.
Lo relevante es que la historia nacional toma la fecha como el nacimiento de “los blancos”.
Los tiempos en que surgió la histórica divisa estaban caracterizados por la conformación de un gobierno serio, responsable, austero y con el claro designio de concretar la tan ansiada organización nacional.
Sin lugar a dudas, Manuel Oribe era el hombre de la hora. Durante el gobierno del Gral. Rivera había sido convocado a sublevarse y decididamente se puso del lado de las Instituciones surgidas el 18 de Julio de 1830. Esa actitud, sin vacilaciones, le otorgó un amplio prestigio y una gran respetabilidad. Fue en 1834 que fue electo para encabezar el gobierno de la República.
Su gobierno, ordenó las cuentas públicas, organizó un sistema de previsión social y los diversos asuntos administrativos del novel Estado Oriental del Uruguay. Un preclaro pensamiento le llevó a adelantarse a su época, fundando la Universidad de la República y declarando la libertad de los esclavos.
A partir de entonces, la colectividad blanca fue sinónimo de defensa de la institucionalidad republicana, la soberanía nacional, la participación política de las minorías, del voto secreto, del respeto del sufragio, de la descentralización territorial y la autonomía departamental.
Sintamos un profundo orgullo de pertenecer a la vieja divisa de Oribe, enriquecida por los aportes de hombres de la talla de Leandro Gómez, Bernardo Prudencio Berro, Timoteo Aparicio, Francisco Lavandeira, Agustín de Vedia, Diego Lamas, Aparicio Saravia, Carlos Roxlo, Washington Beltrán, Alfredo Vázquez Acevedo, Lorenzo Carnelli, Luis Alberto de Herrera, Daniel Fernández Crespo, Eduardo Víctor Haedo, Javier Barrios Amorín, Wilson Ferreira Aldunate, Carlos Julio Pereyra, Luis Alberto Lacalle de Herrera, Luis Alberto Lacalle Pou, entre un amplio elenco de ilustres, señeras y augustas figuras, que dieron brillo a la actividad política.
Cada uno, en el momento histórico que le tocó vivir, dejó una huella imborrable, un profundo y fecundo legado basado, no solo en las ideas. Fueron la dedicación, el amor a la Patria, el desinterés, la entrega, la defensa de valores y principios, sus aportes, sus desvelos.
Quiero destacar una frase de un dirigente de nota como lo fue el Esc. Dardo Ortiz, que resume la historia de los blancos : “Lo que es bueno para el país, es bueno para el Partido nacional”.
¡Vivan los defensores de las leyes! ¡Hoy y siempre!