Roberto Alfonso Azcona | Montevideo
@|Pero no quiere resolverlo.
El ministro reconoce que Uruguay perdió competitividad. Lo admite con elegancia técnica: “hay un problema de competitividad, pero devaluar no es la solución”, dice.
Traducción para todos: devaluar terminaría con el atraso cambiario que está fundiendo al agro, la industria y el turismo.
¿Por qué no quiere? Porque devaluar encarecería en pesos las deudas en dólares y achicaría el salario real. Eso obligaría al gobierno a tomar medidas para compensar, por ejemplo: bajar el IVA al 15%. Pero si bajan impuestos, se recauda menos. Y si se recauda menos, el Estado se ve obligado a gastar menos.
Y ahí está la verdadera razón del freno. Gastar menos significaría:
Menos cargos políticos.
Menos asesores amigos.
Menos viáticos y paseos al exterior.
Menos sueldos y beneficios faraónicos.
Menos burocracia inútil y descontrolada.
Es más fácil dejar que la producción nacional pague la cuenta. Es más cómodo mirar cómo se pierden empleos, cómo los pobres son más pobres y cómo las pymes cierran, mientras los integrantes del gobierno se quedan prendidos del presupuesto.
En resumen: que trabajen y paguen los de siempre para sostener a los parásitos de siempre.
Si de verdad queremos un país competitivo y justo, hay que tocar la raíz del problema: reformar el Estado y cortar los privilegios.
Así de claro.