Carlos Asecas | Montevideo
@|El estado venezolano está siendo manejado por un grupo de delincuentes que se siguen manteniendo en el poder, porque quienes los podrían remover (las fuerzas armadas) también están colgados del dinero que obtienen con el negocio del narcotráfico (El Cartel de los Soles), que mantienen con las FARC de Colombia. Lo seguro es que ahora ninguna lancha con droga va a cruzar el Mar Caribe. Si en algún momento es posible remover a estos narco-dictadores, para ellos no será problema poder seguir viviendo como unos reyes, porque con los millones de dólares robados que tienen depositados en el exterior, las propiedades que poseen y las inversiones realizadas, pueden vivir cómodamente.
Quien sufrirá más será la dictadura cubana, que depende de las migajas que Maduro les envía todos los meses. No por casualidad el G2 (servicio secreto cubano) es quien se encarga de adiestrar al ejército venezolano y al SEBIN en cómo perseguir, reprimir y torturar a los opositores. Todo esto se ejecuta en el Helicoide, centro de tortura y muerte. Incluso la custodia privada de Maduro son todos integrantes del G2, ya que éste no confía en los suyos y teme una traición. El día que caiga la dictadura en Venezuela, la isla de Cuba se hundirá como una patera en el Mediterráneo.
Con estos siniestros personajes, en su momento Hugo Chávez, el gobierno de Tabaré Vázquez hizo un acuerdo en el año 2015, en relación a una deuda que mantenía ANCAP por la compra de petróleo. Parte de esa deuda se pagaría con alimentos que Venezuela compraría a diversas empresas uruguayas. Como garantía Venezuela efectuaría un depósito en el Bandes de Uruguay, algo que nunca se realizó. Solo un incauto puede confiar en un dictador.
Después de muchas idas y vueltas para que las empresas uruguayas pudieran cobrar sus exportaciones, quien aún sigue pendiente de cobrar, es Conaprole. Hicieron exportaciones de leche en polvo y queso de las cuales sólo cobraron US$ 8.000.000, quedando una deuda de US$ 30.000.000 más intereses por los años transcurridos. Hicieron gestiones ante el gobierno de Tabaré Vázquez, pero no tuvieron respuesta.
Ante esta situación que generó y sigue generando daños en la industria uruguaya, nunca escuchamos a Marcelo Abdala y su grupo, como supuestos representantes de los trabajadores, hacer ninguna condena a esta actitud de la dictadura venezolana, que afecta a empresas y trabajadores uruguayos. Al contrario, todavía recuerdo con vergüenza cómo Abdala fue a Venezuela y en un acto le dijo a Maduro que él representaba el apoyo del pueblo uruguayo a su gestión. Es indignante lo que hizo; arrogarse la representación del pueblo uruguayo.
Tampoco se expresaron cuando el gobierno corrupto kirchnerista bloqueó durante años los puentes sobre el río Uruguay y provocó que muchas empresas en Uruguay debieran cerrar y enviar a sus empleados al seguro de paro.