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Junta Departamental

Margarita García Duchini, Edil Departamental | Rivera
@|La República chica vs La República.

Haber ingresado en la Junta Departamental, ciertamente me ha cambiado la opinión en relación a muchas cosas. Y haber participado en el último Congreso Nacional de Ediles (25, 26, 27 de julio en Salto) reafirma los valores republicanos en el sentido que cada escalón del sistema político reviste su jerarquía y cultiva sus valores.

La visión que tenemos los uruguayos de los Ediles, es diversa. Va desde la indiferencia absoluta (y en ocasiones negativa) pasando por un conocimiento vago de su función, hasta una visión amigable y respetuosa de la ciudadanía.

El uruguayo humilde, pobre y no politizado, tiene una visión positiva y de respeto en el sentido que es el que más recurre a los “señores ediles” en su departamento cuando de plantear necesidades cotidianas se trata.

Indudablemente, el edil, es el nivel del sistema político más cercano a la población. Es el que está a mano todos los días. Pensemos nomás, cuántas son las posibilidades que tiene un ciudadano, de los más humildes, de levantar un celular y hablar con un diputado, un senador, un ministro, el director de un ente autónomo, etc.; me animaría a decir que, aunque hay excepciones, son pocas. Pero esos mismos ciudadanos sí se animan a establecer un vínculo con el Edil. Diría más aún, en el interior es mucho más marcada esa realidad. Edil y cercanía en el interior es un muy buen combo político/social. Obviamente conozco casos en los que los legisladores se acercan a las necesidades cotidianas de los vecinos, estos lo hacen desde otro lugar, son los que legislan para todos. Son los que construyen la democracia desde otro lugar, está bien. Sólo que aquí estamos hablando de las cosas cotidianas.

Y ahora vayamos a la visión que percibimos que tiene el sistema político en su conjunto, y allí seguro que hay una diferencia clara entre el discurso y la realidad. Percibimos que los ediles somos los que despertamos la mayor indiferencia.

En el Congreso Nacional de Ediles, en una de las bancadas, alguien levantó el micrófono para decirlo y motivó el aplauso generalizado. En mi opinión, la jerarquización de nuestra función está en el debe del sistema político.

Una función confusamente honoraria, sin un padrón determinado de reintegros (cada departamento es una situación diferente) y de dedicación liberada a las posibilidades de cada uno. Y allí ya hay una diferencia clara entre los habitantes del Palacio Legislativo y los habitantes de las Juntas Departamentales.

El Edil es pan para toda hora, y está bien, está muy bien. Nuestra Constitución, Art 262 dice: “El Gobierno y la Administración de los departamentos, con excepción de los servicios de seguridad pública, serán ejercidos por una Junta Departamental y un Intendente”. Una Junta Departamental que según dice la ley: “tendrá funciones de contralor y legislativas”.

En lo personal, considero que para exigir, en los hechos, el reconocimiento jerárquico que indica nuestra Constitución debemos tener actitud y muchas ganas. Sí, muchas ganas.

Nuestro compromiso es pues, jerarquizar la función, primero dentro de nosotros mismos y luego en el imaginario colectivo, sin excepciones.

El Congreso Nacional de Ediles ha sido muy importante para aquellos que lo hemos sabido aprovechar, entre otras cosas porque pone de manifiesto la existencia de un grupo de ciudadanos políticos que en su mayoría se sienten, de verdad, servidores públicos y hacedores de la historia cotidiana de cada uno de sus departamentos.

Formamos parte de La República, no de la República chica.

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