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¿Estuvieron lentos?, no creo

@| Todo este lamentable asunto de sucesos acontecidos hace casi 50 años sigue dando vueltas, en mi humilde opinión, sin interesar a nadie salvo a familiares directos, que como es lógico y razonable, sienten su dolor. Los demás solo han hecho de este tema un asunto político. Desde hace décadas. Porque este es, no lo ve quien no quiere, un asunto político, no jurídico.
Sin embargo voy a ensayar un pequeño estudio legal sobre el punto, limitado, claro está, por el espacio.

Los juristas están dándole vueltas al asunto y dudan sobre qué artículo aplicar a todo este lamentable circo. Resulta elemental en Derecho Penal que antes que nada los hechos deben encuadrarse en las figuras típicas (adecuación típica se le llama) y no al revés, como a veces sucede, romperse la cabeza para ver qué artículo le aplicamos a tal o cual situación de hecho.
Pero en esto parece que hay bastante coincidencia: La Presidencia de la República y su Secretario habrían violentado el artículo 177 del C.Penal, ( Omisión de los funcionarios en proceder o denunciar los delitos). Para quienes no conocen la norma, está dirigida a los Jueces competentes, los funcionario policiales y "a los demás funcionarios... de los delitos que se cometieren en su repartición o cuyos efectos la repartición experimentara particularmente". La norma en análisis castiga la omisión o el retardo, conviene recordarlo. Respecto de esta última categoría, los funcionarios públicos en general, señala quien fuera el mayor penalista que el Uruguay ha tenido en el siglo pasado, el Dr. Bayardo Bengoa (sus actitudes políticas, buenas o malas, no vienen al caso ahora): "Los funcionarios públicos en general, solamente tienen la obligación de denunciar delitos por ellos conocidos: a) si lo fueren por razón de su cargo; b) si además se hubieren cometido en el seno de la repartición a la que ellos pertenecen; y c) aún de no haberse cometido allí , si los efectos del delito, fueran, empero, PARTICULARMENTE (mayúscula mía) experimentados por la repartición". ( Bayardo Bengoa, Derecho Penal Uruguayo, Tomo V, pág. 22). El Presidente de la República, Dr. Vázquez -cuyo palo político no comparto, por si las moscas- y su Secretario el Dr. Toma, ¿quedan claramente comprendidos en estas exigencias? Tengo mis muy serias dudas, máxime en Derecho Penal, en donde la analogía no existe.

Pero no terminan aquí las cosas. El artículo 177 del C. Penal habla de no intervenir o retardar. La no intervención es la omisión máxima, al decir del Dr. Bayardo Bengoa, es no hacer nada. ¿ Pero por cuánto tiempo? Aaaah, aquí comienzan los problemas. La ley penal no lo dice. ¿No hubieran intervenido “nunca” de no haber sido por una nota periodística? No lo sabemos ni lo sabremos. Sí sabemos que no “encajonaron” el expediente per secula seculorum, es decir, años. Y en cuanto al retardo, ¿lo hubo? Tampoco dice nada la ley. Y esto hace más engorroso el tema. Debe hacerse una reflexión de acuerdo con la regla de la sana crítica, no al boleo o al tanteo. Siguiendo con el autor ya citado, éste afirma lo siguiente: “...al no existir en el derecho adjetivo, una ley que establezca un término, deberá considerarse que la injerencia... ha sido retardada, allí en cuanto implique una dilación injustificable, de manera que perjudique la pronta persecución del delito u otros intereses procesales". Obra citada, pág. 18.
Pues bien, lo confesado por el Tte. Cnel Gavazzo habría ocurrido (condicional, porque sus afirmaciones resultan cuestionables) ¡¡hace 46 años!!, por lo que huelga absolutamente cualquier urgencia, y tampoco había ni hay noticias de que el confeso y real o supuesto autor esté agonizante o sea de una edad tan, pero tan, avanzada que no pudiera ampliar sus aseveraciones.

Conclusión: Es mucho más que dudoso que en el caso existan responsabilidades penales ni del Sr. Presidente ni de su Secretario, como menos aún, de los ex ministros de Estado (Ministro y Subsecretario), y generales cesados.

El asunto sigue siendo político y no terminará hasta que un estadista del futuro, me refiero a un Presidente, dé por terminada la cuestión, que avergüenza ya a tres generaciones, dos de ellas, que no tuvieron absolutamente nada que ver.

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