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El FA y los partidos tradicionales

José Rimonti | Montevideo
@|Cada acción, proyecto, decreto, ley o medida implementada durante el gobierno de Luis Lacalle Pou fue objeto de críticas constantes y sistemáticas por parte del Frente Amplio. Su objetivo era desacreditar, minimizar y destruir cada iniciativa mediante relatos tergiversados, lo que se convirtió en una condición esencial para su regreso al poder. Diversos episodios, como la pandemia y la sequía, evidenciaron esta postura. En esas coyunturas, desplegaron una firme oposición sin considerar las consecuencias, con la intención de inundar la opinión pública con discursos manipulados, dirigidos especialmente a mentes desinformadas, pasivas o incondicionalmente afines al Frente Amplio.

Al día de hoy, esos relatos permanecen y se han consolidado. El Frente Amplio logró su objetivo: ganó las elecciones, alcanzó el poder y lo utiliza para reestructurar, eliminar y desmantelar todo aquello proveniente del gobierno anterior. Conjuntamente, el poder político del Frente Amplio y el sindical representado por el PIT-CNT han intensificado una campaña de desprestigio hacia los opositores, con el fin de reconstruir y fortalecer el modelo populista e izquierdista que caracterizó sus anteriores 15 años de gobierno. Este enfoque, no obstante, amenaza con llevar al país hacia un preocupante retroceso.

Si bien han modernizado sus formas de operar, los ideales permanecen arraigados. Ahora priorizan tácticas como desacreditar sistemáticamente los logros y discursos de los sectores derechistas, recurriendo tanto a la solemnidad como al sarcasmo e ironía. Sus dirigentes repiten un mismo mensaje con una coordinación que proyecta la idea de que poseen la única verdad incuestionable: aseguran ser los representantes de lo social, del pueblo y para el pueblo. Al hacerlo, se equiparan con esa máxima que asegura que una mentira repetida mil veces se convierte en verdad. Este relato está acompañado por tácticas populares para captar adeptos, logrando ampliar su base de apoyo sin que muchos noten su dualidad: ofrecen algo con una mano mientras quitan con la otra.

Mientras tanto, los demás partidos políticos muestran una pasividad alarmante. Parecen atrapados en una inercia que delata falta de aprendizaje frente a las estrategias del Frente Amplio y el PIT-CNT. No existe una verdadera unión en la lucha política contra ellos; las declaraciones carecen de cohesión y coordinación. Cada palabra emitida por la oposición es rápidamente neutralizada con múltiples réplicas de los dirigentes frenteamplistas y allí queda todo. La falta de respuestas contundentes agrava la sensación de inoperancia. Es frustrante e incomprensible observar tal nivel de desarticulación en figuras que no son nuevas en el ámbito político.

Incluso dentro de los partidos tradicionales hay críticas internas, algo imposible de encontrar dentro del Frente Amplio. Su fortaleza reside justamente en la unidad pese a ser una coalición de diversos grupos con ideas distintas. Han demostrado ser inteligentes en su estrategia: dejaron atrás un periodo en el que no lograban ganar elecciones; se unieron partidos menores bajo una causa común que dio lugar al principal movimiento político del país. Este ejemplo debería generar una profunda reflexión en los partidos tradicionales.

No basta ya con reuniones pequeñas o giras cargadas de discursos monótonos. En el escenario actual, los otrora grandes movimientos políticos hoy parecen secundarios y les cuesta reconocer que esto se ha convertido en una auténtica guerra política. Sin unidad, es imposible vencer. Las viejas prácticas han quedado obsoletas. Es necesario replantear estrategias desde una óptica colaborativa, sumando esfuerzos detrás de un mensaje coherente y consensuado. La lucha debe construirse puertas adentro, con diálogos entre dirigentes dispuestos a trabajar con mentes abiertas, para luego salir al ámbito público con un discurso único y potente.

Resulta posible mantener la identidad política dentro de una coalición si se tiene presente el valor de la unidad y se adopta el aprendizaje del propio Frente Amplio, que siendo un conjunto diverso camina bajo un tono discursivo uniforme mientras asegura los votos particulares de cada partido aliado. Llegó el momento para que los partidos fuera de este esquema entiendan que es todo o nada por el futuro del país.

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