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“Cachilos”

Alejandro Nelson Bertocchi | Montevideo
@|Surge, una vez más, en este caso desde el Congreso Nacional de Intendentes, el ingrato tema de los peyorativamente denominados “cachilos”; siguiendo un sesgo burocrático esgrimiendo la necesidad de su eliminación de las vías públicas y aduciendo elementos pretendidamente técnicos.

Estamos ante un mundo regido por números donde las estadísticas campean por su respeto y por ello no queda más remedio que caer en ellas y si simplemente se toma en cuenta esa cifra (270.000 autos de más de treinta años), es dable observar que prácticamente no se ven siniestros protagonizados por este tipo de automóviles.

Consulta al BSE (I):

Las cifras de bajas mortales del tránsito compatriota es altísimo y sus números ya igualan a la otra lamentable crónica de nuestra violencia cotidiana; por ello, sin necesidad de recurrir a alguna encuesta, nos animamos a señalar que el 98 % de los siniestros son protagonizados por coches “nuevos”. Más un problema humano, que mecánico.

Además, los que tenemos canas y bastante vida dentro de los fierros y asimismo pasamos largo lapso trabajando en el noble oficio de la mecánica automotriz y nos sentamos a bordo de estupendos e inmortales vehículos fabricados con nobles metales y por famosas empresas; reconocemos que contemporáneamente una vorágine global con este formato técnico de vehículos actuales, ha hecho desaparecer una industria que fue tradicional de nuestro país y cuya mano de obra se hizo célebre a nivel mundial.

Se sufre algo similar con el tema libreta de conducir para mayores de 70 años, exigiéndoles mil fastidiosos, enojosos y absurdos elementos cuando prácticamente no se observan siniestros protagonizados por “viejos” en calles y carreteras; y sí lamentablemente por una acelerada multitud de “jóvenes”.

Consulta al BSE (II):

La burocracia es el arte de convertir lo fácil en difícil, por medio de lo inútil. Lo dijo Oscar Wilde, aquel gran conocedor de las falencias humanas. Es que si a esas insolvencias que menciona el dramaturgo y poeta inglés las sobreponemos en las campañas políticas departamentales, tenemos ya una más prístina comprensión del porqué de estas sucesivas propuestas que en sí mismo suponen afectar derechos de muchos individuos.

Quien posee alguno de estos venerables coches, en una buena mayoría, están al día con la patente, con el test y con lo más importante: prudencia y control en el manejo, pues el medio así lo pide. Tampoco es universal el hecho de que quien lo tiene es por aspectos económicos. No. Es porque son mejores en muchos aspectos. Cuestión de gustos.

Hoy circulando por las vías públicas debemos sortear constantemente otros problemas que no son los “cachilos”; problemas en los cuales sí deberían sumergirse los funcionarios del Estado enfrentados a pesadas y complejas situaciones de cara a estacionamientos, circulación y etcéteras, donde los ingenieros de tránsito ya no saben qué hacer para regir un virtual pandemónium provocado por el claro consumismo automotriz que se sufre a gran escala.

Quizás sea más visible muchos conductores dando “la vuelta del perro” que un compatriota con un simple “cachilo”. Es que se mira mucho al exterior, pero cuando conviene lo fácil, pues en alguna ciudad europea se busca desalentar el uso individual del vehículo, por ejemplo, privilegiando el tránsito peatonal y el entorno medioambiental.

Mejor nos quedamos con nuestro viejo amigo de cuatro ruedas.

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