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¡Basta de intermediarios!

Roberto Alfonso Azcona | Montevideo
@|Es hora de que el ciudadano tome el timón.

Uruguay no necesita más salvadores iluminados ni partidos que se arrodillen ante modas extranjeras, Uruguay necesita ciudadanos que piensen con su propia cabeza; que estén cansados de que les digan quiénes son los buenos y quiénes los malos.

Se requiere de ciudadanos que decidan, de una buena vez, asumir el liderazgo que la historia les está reclamando. Porque el poder no está en el Parlamento ni en los directorios partidarios. El poder está en vos, en mí, en el vecino que ya no aguanta más la mentira, el engaño y las falsas promesas. El poder es nuestro y lo hemos prestado demasiado tiempo.

Durante años nos vendieron la fábula de que la política es cosa de “profesionales”, de aparatos, de dirigentes que “saben más”. Y mientras tanto, la izquierda vernácula como los conservadores quietistas, lograron dividirnos entre “progres” y “retrógrados”, entre “empáticos” y “egoístas”, entre los que aplauden la Agenda 2030 y los que se atreven a preguntar cuánto nos va a costar. El resultado está a la vista: más pobres estructurales, más jóvenes emigrando, más empresas cerrando, más sensación de que el país se nos escapa de las manos, mientras que la oposición terminó negociando principios por un cargo.

Esto se acabó. En cada barrio, en cada pueblo, en cada grupo de WhatsApp, está naciendo algo distinto; Ciudadanos que saben que la seguridad no se negocia, que la educación no es un experimento ideológico, que la libertad económica no es un pecado, que cuidar el peso en el bolsillo no te hace “neoliberal cruel”.

Ese es el liderazgo natural que hoy emerge: no viene con apellido ilustre ni con aparato partidario. Viene con la autoridad moral de quien dice lo que piensa aunque no sea “políticamente correcto”; de quien defiende lo obvio aunque le digan “antidemocrático”; de quien está dispuesto a dar la cara sin calcular si le conviene o no.

Necesitamos un grupo ciudadano sin dueños, que ponga por delante tres o cuatro ideas claras y potentes que cualquier uruguayo de a pie entiende y comparte:

El Estado al servicio del ciudadano, no del revés.

Seguridad sin excusas y sin relato.

Educación que enseñe a pensar, no a repetir consignas.

Economía libre que genere riqueza y no dependencia eterna del subsidio.

Democracia directa: que el pueblo decida en las grandes cosas, no que le consulten cada cuatro años y después hagan lo que quieran.

No esperes que un político de hoy lo haga por vos. No se trata de fundar otro partido, se trata de crear una marea ciudadana tan potente que ningún aparato pueda ignorarla ni domesticarla.

El Uruguay del futuro no lo van a escribir los que hoy se acomodan en la zona de confort de la derrota digna, ni la izquierda acomodada en el poder; lo vamos a escribir nosotros, los ciudadanos que decidimos dejar de pedir permiso para salvar a nuestro propio país.

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