Publicidad

W. C. químicos al por mayor

Compartir esta noticia

De Aranjuez, a 16 de abril de 1725. Yo, el Rey”: con este lugar y esta fecha terminó Felipe V la carta que dirigió al “Teniente General don Bruno Mauricio de Zavala, Gobernador y Capitán General de la ciudad de la Trinidad, y Puerto de Buenos Aires, en las provincias del Río de la Plata.” El monarca repasaba las vicisitudes vividas por Zabala para enfrentar a los portugueses, que procuraban expandirse desde su enclave en Colonia del Sacramento, por una cláusula del Tratado de Utrecht, 1717.

Le elogia a Zabala “que, viendo se querían establecer en nuestros dominios, tuvisteis por indispensable oponeros con todo rigor, para evitar las consecuencias que resultarían de hacerse dueños de tan importante puesto”.

Reconoce “la necesidad que había” no solo “de remitiros gente de guerra de España, por la poca con que os hallabais para cubrir tantos puestos”, sino también “lo mucho que convenía el poblar de familias aquel puesto; pues, aunque lo habíais solicitado con eficacia con el cabildo… no se había podido conseguir por falta de familias”.

Y enseguida establece. “Visto en mi Consejo de las Indias, con todo lo demás que sobre este asunto expresáis… He resuelto, con reflexión a todo, manifestaros la aceptación con que se han recibido estas noticias, y lo digno de aprobación que ha sido todo lo que en esto habéis ejecutado… Y atendiendo a la importancia de mantener los puestos de Montevideo y Maldonado, de forma que ni portugueses ni otra nación puedan apoderarse de ellos, he resuelto así mismo pasen… 400 hombres… con armas y vestidos… Y para que se puedan poblar los dos expresados puestos de Montevideo y Maldonado, he dado las órdenes convenientes para que en esta ocasión se os remitan en dichos navíos de registro 50 familias, las 25 del reino de Galicia, y las otras 25 de las islas de Canarias.”

Si el Rey ordenó en abril de 1725 apoyar un fuerte mal guarnecido y poblar las tierras eriazas que rodeaban la Bahía de Montevideo y si ese documento se editó en 1836 y hoy se lee en Internet, resulta intolerable que se ponga a nuestra Muy Fiel y Reconquistadora a celebrar 300 años que no cumplió. Tiene razón Humberto de Vargas, que pialando recuerdos lo observó hace 10 días. Tiene razón Diego Delgrossi, que en la tradición de Wimpi enseña haciendo sonreír. Tuvieron razón los intendentes Vázquez y Arana que en sus conmemoraciones dieron por veraz el año fundacional 1726.

Y hay más: el día 28 de agosto de ese año, 1726, Zabala escribe para “proponer al cabildo de esta ciudad” (Buenos Aires) cuan conveniente y del real servicio será que las familias que se esperan de España hallen otras del país en aquel paraje con quien comunicar y conversar inmediatamente que lleguen”.

Revelada la superchería, los voceros del engendro responden que hubo un proceso fundacional. La blanduzca palabra “proceso” eclipsa el heroísmo defensivo por el que, con denuedo de la voluntad, se fundó Montevideo gracias a un hombre de armas que evidenció visión de estadista antes que tuviéramos Estado. Ese heroísmo debería exaltarse, con poco gasto, en vez de obstruir el tránsito en arterias principales y derrochar fortunas en conmemorar una falsedad histórica. Por algo el entorno se adornó con cientos de waterclós químicos.

La intendente Cosse sabe que los riñones e intestinos de los paseantes son más confiables y simbólicos para estos corsos, que sus cuentas de un tricentenario armado por angurria electoral, con cálculos calidad Antel Arena.

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

premium

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad