Voto como premio

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Durante cuatro años y medio el Frente Amplio repudió todo lo que hizo el gobierno; un mes antes de las elecciones, su candidato (cuando se le entiende) hace un esfuerzo para mostrar que en realidad lo que hará, si gana, no será muy distinto a lo realizado hasta ahora por el gobierno.

Por otro lado, Gabriel Oddone, propuesto por Orsi para ministro de Economía, firmó junto a otros 111 economistas, un documento que advierte sobre los tremendos peligros que significaría el triunfo del plebiscito del BPS. Pero poco después declaró que si el plebiscito gana, tampoco sería el fin del mundo. Su declaración fue más nociva que cualquier cosa que haya dicho al respecto el sindicalista Marcelo Abdala.

Al anunciar que Oddone será ministro en caso de ganar, se buscó trasmitir tranquilidad al mercado. Pero la declaración de Oddone echó por tierra ese intento. ¿Qué clase de ministro será si es capaz de ceder ante la más mínima presión?

El intento de imponer el discurso de que poco cambia si gana uno o gana el otro, atraerá algún voto despistado. Para el resto de los votantes, las diferencias deberían ser claras e importan.

Si tanta gente cree que este gobierno hizo las cosas bien es porque afrontó lo que el gobierno anterior se negó a hacer. Por más cara amable que pongan Orsi y Oddone, el núcleo duro del FA creció y se radicalizó respecto a los 15 años en que fue gobierno y aunque hoy esté calladito, ejercerá fuerte presión sobre Orsi si llega a presidente
Es que el propio candidato trasmite la sensación de que no es él quien manda ni lo será si es elegido. En una campaña electoral diferente a las que estamos acostumbrados, aunque similar a las de otros países, importa visualizar cuales aspectos deben ser considerados a la hora de tomar una decisión.

Hay satisfacción con la gestión del gobierno, expresada en las encuestas y validada por hechos concretos: la situación económica, de empleo y de calidad salarial es mejor en un país que sobrellevó con sabia calma la crisis de la pandemia.

Quedaron temas pendientes porque muchas iniciativas tomaron cuerpo recién dos años después de asumido este gobierno, a causa de la pandemia. En ese contexto, ¿no corresponde a la Coalición (que pese a su compleja conformación, funcionó bien) avanzar sobre lo que quedó pendiente, consolidar lo que hizo bien y proponer terrenos aún por explorar?

El voto es una forma de premiar y castigar y la Coalición merece ser reconocida.

Lo otro a considerar, no es quién es el candidato más seductor, sino cuál tiene las mejores condiciones para ejercer la presidencia.

También en esto la Coalición lleva la delantera. Sus socios tienen buenos equipos y cuentan con liderazgos definidos (sean o no carismáticos). No ocurre lo mismo con el Frente Amplio; su candidato sigue sin mostrar talla presidencial. Es un hombre agradable, de buenos modos, pero sin solidez para el cargo. No se sabe lo que piensa: lo oculta quizás para no hacer papelones. Si a esta altura de la campaña, sus propios asesores tratan de evitar que se exponga, ¿qué puede esperarse cuando sea presidente?

Asimismo, se hace difícil adherir a un FA cuyos diputados, jóvenes sí, tienen poco vuelo político, o a uno presionado por el peso de la central sindical, o a uno profundamente dividido a causa del plebiscito de la seguridad social, o a uno condicionado por el Partido Comunista. Se trata de un Frente que ni siquiera se parece al que gobernó por 15 años. Sin embargo, cuenta con esa peculiar lealtad de sus seguidores y no perdió el hábil manejo de la “remontada”, la capacidad de sacar a sus militantes a última hora a recorrer puerta por puerta para revertir una situación negativa.

La coalición sí tiene figuras que puestas al frente del país están en condiciones de hacer una respetable gestión. Las hay con mucha iniciativa e imaginación, como Andrés Ojeda. Están quienes se mueven en un partido con presencia, sin duda, pero que no logra despegar, como es el caso del Partido Independiente. Con su experiencia parlamentaria y ministerial, Mieres ejercería sin duda una exitosa presidencia. Lo acompaña un equipo competente. Sería bueno que aumente su caudal de votos en esta elección y obtenga más bancas.

Se habla mucho de la imagen sobria del candidato blanco pero se pasa por alto su trayectoria. Es un político ducho y cuando se habla de los logros de este gobierno, a veces se olvida el rol cumplido por Delgado para que así fuera. Tal vez no seduzca como su predecesor, pero nadie duda de que se desempeñaría con solvencia en caso de ganar. A la hora de votar, eso es lo que importa.

Son muchos los razonamientos y especulaciones que se hacen respecto al desenlace de esta elección. Pero pasados los análisis de los columnistas, acallada la publicidad electoral, expuestas las encuestas, solo contará lo que en su fuero íntimo piense y decida cada votante como soberano. El ruido de estas semanas pasará y habrá que esperar hasta la noche del domingo 27.

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