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Vigilar el río

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JUAN MARTÍN POSADAS
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El maldito COVID y sus derivaciones absorben la atención del gobierno. Pero, hay intereses permanentes del país que requieren atención en todo momento, tanto del gobierno como de los partidos y, en este asunto, particularmente del Partido Nacional.

Un asunto de interés tan permanente que se confunde con la razón de ser del país es el puerto de Montevideo. La base físico-geográfica del progreso del Uruguay es la pradera y el puerto. Sobre esa buena base física natural (que no se compra en la botica ni se obtiene en la Universidad) se asienta lo que los uruguayos agreguemos: la cultura en el amplio sentido (trabajo, ingenio, solidaridad, justicia, etc.)

Hablar del puerto de Montevideo es hablar del Río de la Plata e, inevitablemente, del puerto de Buenos Aires. Puerto éste naturalmente inadecuado porque está en la orilla equivocada del estuario en la que se deposita, desde hace centurias, el colosal arrastre y sedimentación que traen desde el cálido Norte los grandes ríos que lo alimentan. Necesitado de un dragado sin reposo y siempre sin resultados definitivos, Buenos Aires es el otro puerto del Plata y pelea por su lugar. Pelea con Montevideo.

Actualmente el gobierno argentino está empeñado en dos obras importantes que atañen al estuario compartido. El Uruguay debe estar atento -gobierno y partidos políticos- observando, preguntando, tomando recaudos.

Una de esas obras de ingeniería es un gigantesco caño colector bajo el lecho del río, que ya está en construcción, para descargar lejos de la costa argentina el volumen inconmensurable de porquería que actualmente pudre el Riachuelo. Lejos de la costa argentina, pero no tan lejos de la costa de Colonia. El Río de la Plata tiene un estatuto binacional, establecido en tratados internacionales. Argentina no puede hacer lo que quiera, pero si la otra parte (nosotros) se duerme… hará lo que quiera.

La otra gran obra, por ahora en los papeles (y en los bluffs) es el canal Magdalena. Como se sabe (y se ve desde la Rambla en el horizonte) el tráfico fluvial hacia Argentina -puerto de Buenos Aires y Rosario, Santa Fe y más arriba- pasa por el mismo canal desde donde se desprende el acceso al puerto de Montevideo. Como Montevideo es mejor puerto mucha carga argentina se trasborda acá. El canal Magdalena sería un acceso más al Sur para el puerto de Buenos Aires que evitaría la “tentación” de usar Montevideo.

El asunto no se circunscribe solamente a defender el puerto de Montevideo. Uruguay tiene un sistema de puertos de ultramar sobre el Plata. En el kilómetro 1 está Nueva Palmira (tres puertos, uno estatal y dos privados). Son la puerta de entrada a la Hidrovía Paraná-Paraguay, es decir, la puerta de entrada-salida a Europa del Paraguay, Bolivia y el Mato Grosso. También allí hay que vigilar el Canal Martín García.

La historia de la diplomacia argentina al respecto tuvo sus bemoles. Desde la doctrina Zeballos (el Río de la Plata era íntegramente argentino, teníamos frontera seca, bastaba meter los pies en la playa de Pocitos para encontrarnos en la Argentina) hasta los gobiernos de Perón y Menem que firmaron los tratados del Río de la Plata. Estar, primero informados, y luego alerta, ha sido la precaución constante del Uruguay. Con COVID o sin él se debe prestar atención, tanto a los movimientos de Argentina como al estado de vigilancia de nuestros representantes en la CARP y Cancillería.

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