¿Una luz de esperanza?

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Las elecciones internas de la oposición al régimen de Maduro, realizadas el domingo 22 de octubre, fueron una luz de esperanza en el oscuro panorama de Venezuela. Aunque es inevitable recordar la larga historia de decepciones y engaños perpetrados por el poder para impedir una transición democrática en ese país. Es evidente que el chavismo-madurismo, el epítome del progresismo mágico latinoamericano, no puede darse el lujo de dejar el poder.

Pero, el hecho de que se haya llevado a cabo la votación y su resultado demuestran el impresionante coraje y optimismo del pueblo venezolano.

El antecedente inmediato de la votación son los acuerdos entre el gobierno venezolano y la oposición democrática reunida en el movimiento Plataforma Unitaria concluidos en Barbados, a principios de este mes. En el documento de cinco páginas se propuso convocar a las elecciones presidenciales para el segundo semestre del año que viene, de acuerdo a lo estipulado en la Constitución. Lamentablemente o, mejor, inevitablemente, no se especificaron con suficiente precisión temas clave, incluyendo las inhabilitaciones de los candidatos opositores. Un procedimiento utilizado con gran liberalidad por el régimen que resuelve por si y ante si quienes podrán presentarse a las elecciones. Una consecuencia de esta imprecisión es que la candidata que recibió la mayoría de los votos en la elección interna está inhabilitada. Lo que deja abierta una gran incertidumbre sobre el futuro del proceso electoral.

El fraude, por supuesto, no se encuentra solamente en el dominio ejercido por la dictadura y las limitaciones de lo pactado en Barbados sino también en dos pequeños detalles: primero, se estima que existen más de tres millones de personas en edad de votar que no están inscritas y, segundo, el fuerte impacto de la emigración. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados informó que hasta ahora más de 7,7 millones de personas han salido de Venezuela buscando protección y una vida mejor. Esto también es votar.

Esa hemorragia de ciudadanos tiene un doble efecto. Primero, cuantitativo. La población estimada de Venezuela fue de 28,3 millones de habitantes en el 2022 (Banco Mundial). La emigración asciende, entonces, a casi un cuarto de esa población. Segundo, cualitativo. Quienes parten son principalmente personas jóvenes que, es de suponer, no están muy conformes con el régimen. Quedan los niños y los mayores. Es la receta cubana para anular la oposición.

La elección organizada por la oposición, a pesar de las trabas y amenazas del régimen, consiguió sumar 2,3 millones de votos en Venezuela y 132.780 en otros 28 países. No es un mal resultado. La ganadora fue María Corina Machado. El problema es que fue inhabilitada por la Contraloría General de Venezuela para postularse a cargos de elección popular por quince años.

¿Podrá inscribirse como candidata en las próximas elecciones presidenciales? En última instancia ello dependerá de la situación internacional y la presión que puedan ejercer los Estados Unidos. Aunque este país anunció recientemente que levantaría en forma temporal algunas de las sanciones que había establecido con el régimen venezolano.

En cuanto al resto de la región, no puede esperarse mucha cosa.

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