La semana pasada el Ministerio de Ambiente autorizó la apertura de la barra de la laguna Garzón aprovechando que estaban dadas las condiciones para que se produzca la descarga de agua de la laguna hacia el océano.
La situación ecológica de la laguna llegó a un nivel crítico, como consecuencia de la aguda sequía sufrida en el país (la peor en 70 años). La falta de agua no permitió la apertura natural de la barra arenosa de la laguna, generando una situación anómala en la vegetación acuática dulce acuícola. Plantas nativas y locales como la Myriophyllum quitense Kunth se transformaron en invasoras, ocasionando un profundo desequilibrio en el ecosistema.
El crecimiento descontrolado de su población -incluida su mortandad, descomposición, descenso del oxígeno en las aguas- ocasionó la mortandad de peces y el incremento bacteriano en las aguas de la laguna. Pero si el nivel de las aguas no alcanzaba determinada cota, no era posible lograr la renovación natural de las mismas. Esta situación se puede acelerar mecánicamente, utilizando retroexcavadoras que remuevan la arena en la barra.
La cota de la laguna superó el nivel de 1.6 metros, lo que se mantuvo por varios días. El pasado jueves maquinaria de la Intendencia de Rocha -con apoyo de Maldonado-, procedió a la apertura promoviendo la salida al mar de agua dulce cargada de plantas acuáticas y nutrientes en exceso.
A continuación ingresó agua oceánica provocando la renovación natural y cíclica de las condiciones naturales de la laguna, mediante el aporte de salinidad y de otros nutrientes.
Este es el punto de partida fundamental para lograr que la laguna Garzón logre restablecer su equilibrio eco- sistémico.
Habría que evaluar si será necesario realizar una cosecha mecánica del excedente de plantas acuáticas, así como del estado acumulativo de restos en descomposición en el fondo lacustre.
Como vemos, los fenómenos meteorológicos extremos ocasionan efectos negativos, a veces inesperados o imperceptibles.
La existencia de comisiones asesoras específicas en las áreas naturales protegidas del país, deben garantizar la realización permanente de buenos controles y monitoreo que permitan prevenir o minimizar algunos eventos negativos como el que nos ocupa.
Nuestro Sistema Nacional de Áreas Protegidas está integrado por 18 áreas. Es una herramienta esencial para cuidar nuestro patrimonio biodiverso y, al mismo tiempo, promoviendo el desarrollo económico y social del país.
No se trata solamente de proteger la fauna, la flora y los ecosistemas naturales más representativos del país. Implica un abanico de responsabilidades que van desde evitar el deterioro de las cuencas hidrográficas hasta proporcionar oportunidades de recreación (paisajes naturales y culturales), de desarrollo socioeconómico brindando oportunidades laborales y comerciales a las comunidades locales a través de actividades relacionadas con las áreas protegidas y sus zonas de influencia. Son sitios ideales para el desenvolvimiento de actividades de educación ambiental y la realización de estudios e investigaciones científicas.
Su gestión eficiente está entre las prioridades de la administración. Las comunidades deben estar atentas y exigir.