Trump intenta cambiar las reglas y el mundo no sabe cómo reaccionar. Muchos lo vieron venir y otros no le creyeron. Algunos piensan que este escenario es un desquicio mientras otros visualizan que puede salir bien a pesar del desparramo que esta circunstancial transición plantea. Será engorroso pronosticar el desenlace de esta novela, pero quizás valga la pena alcanzar algunas conclusiones por preliminares que sean.
No importa demasiado si se está de acuerdo o no con lo que está pasando. Si se considera que todo será así, tal cual dice el debate contemporáneo, se podría tener una opinión categórica, pero lo cierto es que todo huele a pasajero, a episodios que se suceden sin intuir si será una sola temporada o varias.
En ese contexto explicitar algunas elucubraciones podrían ayudar a comprender, al menos en parte, lo que está ocurriendo y sobre todo aproximarse a la verdad siempre admitiendo el margen de error que cualquier hipótesis tiene a esta altura de los acontecimientos, justamente en las primeras pinceladas de este culebrón aún en proceso.
Lo principal es entender que este personaje exótico no gobierna para el planeta, ni siquiera para occidente, sino que es el mandatario de la primera potencia global, pero tiene una misión y hasta una promesa de campaña que es devolverle a su país el orgullo nacional y además convalidar su liderazgo en el concierto de las naciones.
Eso incluye mejorar la economía doméstica, resolver ciertos dilemas estructurales que llevan décadas sin encontrar soluciones y recuperar el rol geopolítico central ante una población que añora esa posición y que se ve amenazada por el avance de un gigante que parece temible. Otra cuestión esencial es el presente de la política americana.
El Presidente no dispone de la variante de una reelección por lo que intentará ser un ícono para la posteridad lo que implica conseguir logros a gran velocidad para poder finalmente pasar la posta con un legado superlativo.
Por un lado, muchos entienden que su decisión de implementar “aranceles recíprocos” es una medida típicamente proteccionista que lo aleja de la defensa del libre comercio y lo coloca en el universo de la tradición mercantilista e intervencionista que no puede exhibir éxitos de largo plazo, sino solo un puñado de victorias siempre efímeras. Parece difícil ser concluyente al respecto.
La apariencia confirma esa mirada, pero al no conocer el final de la película puede que sea más complicado saber exactamente cómo terminará esta historieta y si esa eventual foto no expondrá lo opuesto a la visión superficial de hoy.
En cualquier caso, lo que sí es evidente es que la movida ha sido audaz y simultáneamente peligrosa, y a pesar de que puede funcionar también seguramente traerá secuelas inocultables, muchas de ellas perdurarán más allá de lo esperable.
Su trayectoria empresarial habla de una experiencia arrolladora como negociador, es que ese ha sido su medio de vida, el ecosistema en el que se siente cómodo y el hábitat en el que mejor se desenvuelve. Posiblemente por eso haya apelado a este formato que domina y en el que se maneja sin temor, aunque esta sea otra escala mayor.
Indudablemente es temerario el camino ya que nadie pensó que podría animarse. Todos prefirieron suponer que ese comportamiento era meramente discursivo sin impacto real y que cuando llegara la hora de la verdad retrocedería sin más.
Lo concreto es que no sólo fue retórico, sino que pasó a la acción y lo hizo de un modo potente, con anuncios grandilocuentes, pero también de aplicación inmediata. Con las cartas sobre la mesa amenazó, puso pausa y después continuó como si todo hubiera sido planificado minuciosamente.
Nadie puede descifrar cómo seguirá esta saga de suspenso, pero cada actor del sistema está intentando llevar adelante este recorrido minimizando el daño o tratando de sacar provecho de esto que parece ser una noticia absolutamente indigerible.
Algunos redoblaron la apuesta, otros se repliegan estratégicamente, pero independientemente de la dinámica elegida todos se preparan para un prolongado intercambio que permita pasar de la situación actual a una nueva probablemente impredecible. Lo ineludible será el corolario de esto. Aun si fuera enormemente triunfal desde lo económico algo ya se rompió.
La sensación de estabilidad general, que era clásica en las administraciones estadounidenses se ha quebrado, quizás para siempre. Con un panorama político extremadamente abierto, es decir sin tener una proyección de quien podría llegar al poder al culminar el actual mandato constitucional la incertidumbre se multiplicará y traerá consigo turbulencias de todo tipo.
Es imposible predecir si el próximo presidente será republicano o demócrata y mucho más aun cuesta imaginar si será un marginal o un moderado, un continuador o un revolucionario. Ante ese abanico de alternativas se abren horizontes tan diversos como inestables.
El ámbito de los negocios precisa de parámetros, eso no significa que deba ser invariable, o que todo permanezca estático, pero sí que se mueva dentro de parámetros de razonabilidad. Eso desapareció en este laberinto vertiginoso de estas semanas transcurridas.
El tiempo se ocupará de escribir las siguientes líneas de este tratado detallando pormenorizadamente cada hito y pondrá las cosas en algún lugar que no necesariamente será mejor que el anterior pero seguramente será diferente. Aún no está dicha la última palabra.