Un discurso y un relato

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Ya hay un candidato proclamado: Orsi. En otros partidos y en el flujo de la especulación periodística giran montones de nombres. Todo eso indica que, a partir de ahora, el discurso político será cada vez más un discurso electoral.

El gobierno tiene cifras que mostrar. El discurso de la coalición republicana podría llenarse con cifras de los logros del gobierno: desempleo, pobreza, exportaciones, desempeño de las empresas públicas, etc. etc. El discurso de la oposición -Fernando Pereira, Bergara, Civila, etc.- hace rato que viene lleno de denuncias, alarmas y seguirá así. Es un discurso negativo al extremo y que procura impactar exagerando. Me recuerda aquella vieja denuncia ¡en Bella Unión hay tanta pobreza que los gurises comen pasto!

Cada uno de esos dos discursos -el de la coalición de gobierno y el de la coalición frentista- pinta un Uruguay distinto: con esos relatos van fabricando distintos Uruguay.

El uruguayo medio puede tener una idea más o menos clara sobre cómo le va a él personalmente pero no tiene el conocimiento y, sobre todo, no tiene palabras propias para expresar su apreciación de cómo le va al país. Para eso necesita apropiarse o servirse de uno de los dos discursos-relatos políticos que están en circulación. El uruguayo que está atado a un partido mira con ese lente la situación nacional. Pero los otros, los que no tienen partido ¿con las palabras de quién considerarán que está mejor definida la situación del país? ¿Cuál de los dos relatos le parecerá más verdadero y menos artificio de propaganda y proselitismo? ¿En cuál se siente él expresado?

Lo que llamé más arriba el relato de los gurises hambrientos comiendo pasto, es decir el discurso que busca tener más efecto yendo al extremo, en ese paroxismo se neutraliza a sí mismo. Nadie da crédito: todo el mundo sabe que, por mal que estén las cosas, ningún gurí busca saciarse con pasto. Eso sucede todos los días con el discurso del Presidente del Frente Amplio; cuando pinta todo tan negro y siempre negro describe un Uruguay que solo es visible al militante. El ciudadano no indoctrinado usa otros términos para decir su visión de la realidad.

El discurso del Partido Nacional y de los partidos de la coalición republicana no puede ser una lista interminable de estadísticas, aunque fueran todos números positivos. Hay que construir un relato contextualizado y amplio, vbgr.: en las últimas elecciones la mayoría de los uruguayos tomó distancia de un estilo político y habilitó un cambio. Reiteró luego esa decisión en el plebiscito de la LUC. El gobierno enfrentó el azote mundial de una epidemia sosteniendo, sin vacilar, su rumbo de libertad responsable; no titubeó ante los ataques de la oposición, se rebajó sus propios sueldos, consultó a la academia, aportó asistencia directa a los más perjudicados. Pasado el peligro el país no presenta heridas, la prensa internacional nos aplaude como ejemplo y los países vecinos nos miran con admiración. Y, por si fuera poco, este gobierno mantiene su compromiso de proponer soluciones a problemas de fondo del Uruguay que han sido reconocidos como tales por los gobiernos anteriores sin que nadie se animase a enfrentarlos.

Esta es la partitura. Ahora falta el ejecutante, es decir, el candidato.

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