RODOLFO SIENRA ROOSEN
No sé qué es el cambio meteorológico, ni el recalentamiento del planeta. Sólo sé que siento frío o siento calor y que prefiero el primero al segundo a pesar que la edad avanza, porque hay muchos recursos para defenderse del frío más que del calor.
No soy indiferente a quienes viven en situación de calle, pero no van a dejar de tener frío por mi culpa y hay gente que también se muere de calor. No con frío, pero sí sin calor, yo puedo hacer cosas placenteras que el bochorno me impide, entre ellas la fundamental es moverme, que con eso alcanza, más allá de inclinaciones hedonistas. Cuestión de gustos nada más.
Las cuatro estaciones, para algo están y estuvieron siempre. Por eso me preocupa mucho el pronóstico que vamos a saltar de golpe y porrazo de un invierno perro como ha sido este -lo reconozco, aunque hincha del invierno pero este que vivimos se pasó de vivo- a un verano posiblemente más duro de lo que fue el anterior, que vaya si pegó duro. Tampoco sé de dónde salen estos vaticinios.
Una mañana de otoño en Nueva York, fresca y sin una nube, me sorprendió ver gente caminando equipada con paraguas y cuando pregunté a qué se debía me contestaron que estaban anunciadas lluvias para las tres de la tarde. Erraron por diez minutos, porque a las tres y diez, caían cucuruchos de punta.
Como soy maniático del clima, porque me condiciona mi carácter y hasta mi actividad, empecé a interesarme por estas cosas y me dijeron -hará pocos años- que con certeza es imposible hacer una predicción con un 90% de posibilidades de acierto por más de unos cuatro o cinco días.
Yo cuento con un amigo que me envía gráficas de porcentajes de humedad y temperatura que abarcan períodos de más o menos tres días y son infalibles. Pero ¿avisar en pleno invierno que el verano va a ser insoportable no es algo arriesgado?
Ojalá se equivoquen. Porque si así fuera, hay que tener en cuenta que por disposición del Superior gobierno aquí los veranos son especialmente duros ya que desde el primer fin de semana de octubre hasta el segundo de marzo, hay que adelantar la hora lo cual alarga el período de la luz solar, y por ende del calor.
Este gobierno vino para cambiar, para culturalizarnos. Impuso una cultura de las relaciones laborales, otra para la actuación policial, otra para comer asado, falda y chorizo, en fin, todos los ministerios generan cultura menos el de Cultura.
Y el de Industria y Energía, cuando adelantó la hora, dijo expresamente que quería imponer la cultura del ahorro energético, pero le salió el tiro por la culata, porque con el calor agobiante y más extenso durante el día, el consumo aumentó por incidencia del aire acondicionado. Ahora lo que falta es que le ponga un IVA del 50% a los splits.
Ministro, somos muchos los que le pedimos que derogue ese decreto. Hay gente a quien no le importa, a otros -los menos- les gusta y a otros, nos altera el metabolismo.
Además crea más problemas de los que soluciona, porque no ahorra nada, gasta más, le complica la vida a la gente de campo -que le pregunta a qué hora debe atenerse, si a la natural o a la "del gobierno"- desfasa el horario de turistas argentinos y brasileños con el de sus países, en fin, no sirve para nada.
No le haga caso a los tecnócratas siempre conservadores y noveleros.