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Sobre niños abandonados

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MARTÍN AGUIRRE
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La muerte de un bebé de cinco meses, al que su madre había dejado a cargo de la hermana de 12 años para ir a trabajar, generó una tormenta. No por la muerte, que se debió a causas naturales inevitables, parece.

No por la indignación lógica de que en un país como Uruguay, una madre tenga que prostituirse para dar de comer a sus hijos, sin siquiera tener dónde dejarlos. No. La indignación fue con la Justicia, con la prensa, y con el “sistema patriarcal” que dominaría a la sociedad uruguaya.

Este es un país raro. Donde todo el mundo tiene la mecha corta, se cree con derecho a juzgar todo con tono inapelable. Y donde con tal de no culpar a quien hay que culpar por lo que funciona mal, se termina discutiendo tonterías, o tirando el fardo a la prensa, a los “leguleyos”, lo mismo que al patriarcado, o al cambio climático. Cuanto más lejos, mejor.

Empecemos por el principio. Hay un delito en el código penal que sanciona a quien “omitiere el cumplimiento de los deberes legales de asistencia inherentes a la patria potestad (...) poniendo en peligro la salud física, psíquica o emocional de las personas a su cargo”. Nadie puede dudar que dejar a un bebé de 5 meses a cargo de una niña de 12, durante 10 horas, pone en riesgo su salud. Por lo cual la fiscal y la jueza, hicieron bien su trabajo. Incluso fue un acuerdo cuidadoso, ya que no tendrá pena efectiva, pero sí impone mayor control sobre esos niños.

Después se podrá hablar de otras cosas. ¿Que el padre tiene culpa por su ausencia? ¡Claro! Pero, la madre tenía la custodia legal, por lo que al padre acá no se le puede reclamar nada penalmente. ¿Que la ley no da suficiente protección a la madre cuando queda sola con hijos? Esto es más discutible. La ley tal vez no está adaptada a los tiempos actuales de marginalidad y familias desestructuradas. Por ejemplo, ¿cómo hacer cumplir una pensión alimenticia a quien vive de changas? Pero hace poco se votó un código sobre la niñez y adolescencia. ¿No se les ocurrió a los políticos que se llenan el pico ahora, incluir algo en esa línea? Y el que diga que la justicia es “patriarcal” o no ampara a la mujer, hace mucho que no pisa un juzgado de familia.

La prensa... El periodismo trabaja sobre una realidad dinámica. Acá se dijo que la mujer se había ido a un baile, no por maldad, patriarcado o ligereza. Fue lo que dijo una amiga de la madre, tal vez para protegerla de que se supiera su verdadero trabajo. Si no fuera por la prensa, no estaríamos hablando de este drama, ni comprobando las lagunas de un sistema de protección social que nos han vendido como casi escandinavo.

A las pocas horas tuvimos otro episodio que confirma la gravedad del asunto. Una agresión a una maestra de la escuela 277 motivó un paro de maestros. Ahora bien, endurecidos por las noticias de este tipo, pocos profundizaron en este incidente.

Resulta que ese barrio está en medio de una guerra entre narcos. Que el hijo de uno de los “capos” de las bandas enfrentadas fue a la escuela sin su túnica, y cuando la maestra lo quiso corregir, el pequeño de 7 años le metió la pesada, le dijo que a él no lo mandaba nadie, y que se iba de la escuela. La madre no respondía llamadas, y cuando llegó repartió golpes y amenazas. Lo más grave es la situación de desamparo que denuncian las maestras que trabajan en ese contexto. Al parecer, no hubo respuesta del Ministerio del Interior, del Mides, del ministerio de Educación, de ninguna institución pública que se acercara a dar apoyo a las maestras, al niño que crece en este contexto, al resto de los afectados.

Lo que se vuelve a revelar es el tremendo déficit que tiene el Estado uruguayo a la hora de abordar estos temas de marginalidad. Y esto pasa con un gobierno que ha tenido recursos para gastar en frivolidades a montañas, con gente que se llena la boca hablando de compromiso social. ¿Dónde están cuando una madre, un niño, una maestra, los necesitan? Y pasó en Montevideo, a 5 cuadras de Maroñas. ¿Será que acá también tiene la culpa el patriarcado? ¿Los periodistas? ¿O los leguleyos?

Que la sociedad uruguaya tiene problemas profundos, y que las mujeres siguen postergadas, seguro que sí. Pero mientras discutimos esas cosas de compleja raíz cultural, se nos hunde el barco porque la gente a cargo de áreas clave del Estado, no cumple su trabajo. Si nuestra sensibilidad es sincera, es con ellos con quienes hay que enojarse. Pero parece que muchos, por conveniencia política, o por ligereza de análisis, prefieren atacar a las instituciones que nos hacen ver los síntomas de una decadencia que nos está explotando en la cara. Receta perfecta para seguir barranca abajo.

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