El gobierno se encuentra afectado de un grave síndrome persecutorio, que se viene prolongando en el tiempo, contagiando sólo entre miembros de esa colectividad política y alcanzando un estado de epidemia.
Primero, quienes los perseguían eran los periodistas, causa de todos los males y responsables de todos los problemas -la más afectada fue y sigue siendo la Ministra de Salud-; después fue el Tribunal de Cuentas, que no disimulaba las reiteradas y groseras violaciones al TOCAF y ahora lo es el Poder Judicial, tanto a nivel gremial cuando sus integrantes se pronuncian a través de la Asociación, como de la Suprema Corte cuando emite un Fallo adverso.
En defensa de la democracia hay que encontrar de apuro un remedio que cure esa grave enfermedad