Hay un factor importante para entender los límites y las creencias de nuestro sentido común ciudadano que da contexto y legitimidad al debate de ideas del proceso electoral: el protagonismo formidable del talante afín al Frente Amplio (FA) en la definición de lo bello, lo bueno y lo justo en nuestra sociedad. Vayamos a dos diáfanos ejemplos en este sentido.
La inseguridad viene cayendo desde 2020: no hay dato objetivo que diga lo contrario. Para el caso de las rapiñas, por ejemplo, se pasó de más de 30.600 en 2019 a algo menos de 22.400 en 2023. Sin embargo, el FA afirma que estamos igual o peor que antes. Ningún periodista, especialista en seguridad o investigador universitario en estos asuntos sale públicamente a contradecir esta mentira sistemática del FA, por lo que el sentido común ciudadano termina estando completamente sesgado. Se acepta un diagnóstico zurdo equivocado y se debate sin aceptar la realidad de la mejora.
Si saliéramos de esa caja zurda, la verdad es que con total legitimidad se podría afirmar que, al ritmo promedio de mejoras que se vienen verificando desde 2020, es posible plantear el objetivo de que hacia 2030 estemos en un nivel de rapiñas menor a 10.000 por año. Sería un guarismo cercano al de 2005, año en el que el FA alcanzó el poder y a partir del cual todo se desbarrancó. Así, en 10 años de gobiernos de Coalición Republicana (CR) se volvería a la situación previa a los 15 años de degradación del FA en seguridad. Sin embargo, el mero hecho de plantear ese objetivo tan verificable como austero suena estrambótico. Es más: la izquierda cultural y política gritaría que es demagogia irrealizable.
El segundo ejemplo está ocurriendo hoy en día. Para las internas de 2019 el candidato Sartori prometió 100.000 puestos de trabajo nuevos. No hubo zurdo que no criticara esa propuesta por demagoga y mentirosa. Y como ese talante condiciona fuertemente el sentido común ciudadano del país, muchos blancos también sintieron que esa promesa era demasiado. Sin embargo, con más de 80.000 puestos creados y con las proyecciones para 2024, sabemos, hoy, que ella era posible (y eso que sufrimos el freno tremendo que significó la pandemia en 2020- 2021).
Si saliéramos aquí también de la caja zurda, deberíamos reconocer sin problemas esa mejora del empleo que había anunciado como posible Sartori. A ella sumaríamos sin complejos la mejora del salario real con relación a 2019, y algo más que nuestro sentido común influenciado por la izquierda creía muy difícil de lograr: una baja radical de la inflación que, como es sabido, es el peor impuesto para los más pobres.
Es muy difícil pedir a los devotos del comité de base y a sus numerosos aliados universitarios, que tanto hacen para inclinar el sentido común ciudadano en favor del FA, que salgan de la caja zurda. Pero es muy importante que los que integran la CR sean conscientes de que esa caja existe y que su influencia, de natural espíritu estalinista, condiciona fuertemente la visión del mundo y del país que todos asumimos como aceptable y deseable.
Un debate en el que se salga de los prejuicios y limitantes que impone la caja zurda pondrá al FA a la defensiva. Pero, sobre todo, en un año electoral, abrirá reales horizontes de mejoras posibles para la Patria.